Cuando pasó lo que pasó, yo simplemente no era yo… la
primera vez que sentí su presencia, pensé “ ya está, ya te has vuelto loco,
cambia de vida, no es bueno, no tiene que ser bueno, todo este odio, toda esa
demostración de fuerza bruta, toda esta puta locura que me arrastra hacia las
profundidades más tenebrosas…”
Ahora que soy otro, que he mutado en otro modo, recuerdo
esos días, y lo veo todo en modo film antiguo, como de súper-8… recuerdo el
calor, el calor que se metía debajo de la piel y que me quemaba las vísceras…
recuerdo su presencia, no lo veía, pero estaba ahí, su ser, su fantasma, su
odio, su diablo, estrangulando mi yugular, haciendo que mi cama se inclinase
como la vertiente más puntiaguada de una cima escarpada, con un porcentaje
superior al 80 por cien…
Y ¿por qué hablo de esto ahora? Porque ayer lo volví a
sentir, de nuevo, los mismo escalofríos, de nuevo, la misma locura, de nuevo el
mismo odio, todo su odio.
Hace 10 años de aquello, de aquel asesinato, de aquel
muerto, y sin embargo, parece que fue ayer, la sensación es que fue ayer cuando
lo descubrí. O quizás fue él quien me descubrió, quien llamó a las puertas de
mi conciencia para avisarme de lo que me había pasado.
La poli, la puta poli, no movió un dedo, no investigó nada,
dejaron su cadáver putrefacto pudrirse en el anatómico forense durante más de
medio año, sin hacerle siquiera las pruebas de ADN que aseguraban la firma de
su DNI. Pero yo tampoco hice nada, no investigué nada, ¡qué coño iba a
investigar yo! Simplemente hablaba del tema durante semanas enteras a todo
aquel que quiera escuchar, y la gente, esa masa poliforme, se cansó de
escuchar…
Dos años después del asesinato, vino una mujer mayor,
llorando, observando la sombra de su ausencia, era la madre de la víctima, y me
acerqué a hablar con ella. Fue ella la que me contó todo lo que no hizo la
poli. Le dijeron que había sido “muerte natural”, le dijeron que no había nada
que indagar, le dijeron mentiras, respuestas vacías, de odio vacío… y yo no
pude decirle la verdad, no podía decirle que aún seguía ahí, y que yo era el
único que lo veía, que incluso lo veía antes de ser descubierto… ¿cómo se le
dice a una madre que el fantasma de su hijo por las noches me estrangula para
decirme para susurrarme al oído que había sido asesinado de esa forma?
¿¿¿cómo???...
Hoy 8 años después de aquella conversación con aquella
madre, aún escucho sus lágrimas brotar del silencio, y también recuerdo los
escalofríos en pleno julio, escalofríos de frío a más de 35 grados…. Después de
aquella conversación, dejé de verlo, de sentirlo, de sufrirlo, yo creo que su
espíritu se fue con madre y me dejó tranquilo… hasta…
Hasta que ayer, varios años después de no sentir su sombra,
la volví a sentir, lo vi, claramente, mirándome, con el mismo aspecto putrefacto de hace 10 años, con todos aquellos gusanos saliendo de cada
orificio de su cuarteada piel…
Da la casualidad, o quizás debería decir, da la causalidad
que a ese chico, lo conocí en vida, era de mi edad, de mi propio pueblo, y hace
muchos miles de lunas llenas, yo intenté robarle a su novia en mitad de una
borrachera, y él no me mató porque otro amigo común, le convenció de que yo no
era tan malo como aparentaba ser. Yo no sé si era malo, pero no estuvo bien,
meterme en medio, y hace 10 años, en una madrugada sentí como clavaba su dedos
estrangulando mi garganta, abrí los ojos, pero sólo había sombras
resplandecientes en la oscuridad de un verano terrible.
Quizás estuviese disfrutando de una venganza posterior, aunque
sé que no, aunque sé que lo único que hacía era avisarme de su presencia, de
todo el dolor que había sentido en los últimos compases de su vida.
Y ayer, estaba solo en casa, hacía calor, no tanto como
aquel verano, y volvieron los escalofríos, la misma sensación de angustia, y la
misma sombra… ahora lo tengo aquí al lado, sentadito, tranquilo, los gusanos
caen de sus mejillas y quieren venir a devorarme a mí, pero yo no le dejo, le
digo que está muerto y él sonríe, no se lo cree, le digo que me deje tranquilo,
pero él dice que no puede estar tranquilo, que tiene una pesadilla recurrente
todas las noches en la que alguien le estrangula y lo deja abandonado al azar
en la valla de una casa en mitad del campo… en mi casa.
Le explico que eso no es un sueño, que eso es exactamente lo
que pasó. Se calla, tiende sus manos hacia mi cuello y se hace el silencio, el
oscuro y tenebroso y absurdo silencio.