Dos que hablan.
C: he ido al psicólogo.
D: oh.. bien.
C: me lo recomendó mi psiquiatra.
D: vaya.
C: me dijo que me iba a quitar las pastillas para dormir y que debería ir a un psicólogo para que me ayudase.
D: ¿a desengancharte de las pastillas?
C: ¿qué? no… a ayudarme a encontrar el problema de porqué no duermo.
D: ¿y no te preocupa el otro problema?
C: ¿qué otro problema?
D: ya sabes…
C: ¿lo sé?
D: el mono.
C: ¿qué mono?
D: el mono por dejarte las pastillas.
C: no tengo mono… ¿crees que voy a tener mono por dejar las pastillas?
D: mucha gente lo tiene.
C: ¿la ciudad está llena de monos?
D: se podría decir que en la ciudad hay más monos que en la selva.
C: muy bueno tío, muy bueno.
Silencio.
D: una vez leí que los psicólogos van a otros psicólogos… que es su forma, su terapia para ayudar a los amigos de los monos.
C: eso no tiene… ¿dónde lo leíste?
D: no sé, en una revista de esas que hay en las consultas del dentista.
C: ¿una revista científica?
D: no, una revista, no sé cuál era, sólo leí ese artículo y luego cogí un cómic.
C: ¿hay cómics en tu dentista?
D: sí.
C: eso está bien, para los niños.
D: ¿para los? No… yo lo leí, y no soy un niño.
C: si lo fueses y tuvieses un mono como el que yo voy a tener, te podría llamar Marco y a tu mono Amedio.
Silencio.
D: ¿eso es un chiste?
C: no.
Silencio.
D: el caso es que me quedé pensando.
C: ¿qué?
D: en los psicólogos que van a otros psicólogos.
C: oh.
D: sí, quiero decir, si un psicólogo que tiene pacientes va a otro psicólogo, ese último psicólogo debería ir también a otro psicólogo para ayudarle a digerir los traumas o lo que sea de esos psicólogos.
C: tiene sentido.
D: ¿tú crees?
C: no sé, pero podría tenerlo.
D: no estoy tan seguro.
C: ¿por?
D: un psicólogo que va al psicólogo, vale, para que le ayudar, ¿vale?
C: vale.
D: ese segundo psicólogo debería ir a otro psicólogo, a un tercer psicólogo, y ese tercero debería ir a otro…
C: sí.
D: es como una escalera sin fin…
C: podría ser.
D: no tiene sentido. En algún momento esa escalera debería terminar.
C: bueno, no veo mal que un psicólogo vaya a otro.
D: ya, sí, en eso estoy de acuerdo, pero si todos lo hiciesen, no habría fin, y los estudios más demandados por la sociedad serían precisamente los de psicólogos. Si somos 8 mil millones de personas, todos deberían o deberíamos ser psicólogos, menos el paciente cero. Es decir, existiría un paciente cero y un psicólogo 8 mil millones después no tendría donde ir, a quién ir para ayudarle con el trauma de los otros 8 mil millones.
C: a no ser que ese último psicólogo fuese a un psicólogo que fuese a otro psicólogo que tiene como pacientes a dos psicólogos.
Silencio.
D: bueno, en ese caso, igual… sí debe ser eso.
C: claro.
D: y si ese fuese el caso, a lo mejor no harían falta tropecientos mil millones de psicólogos.
C: podría ser.
D: y entonces es por eso que no hay tantos…
C: debe ser.
Silencio.
C: ¿y el cómic?
D: ¿qué cómic?
C: el de la clínica del dentista…
D: ah, el cómic…
C: ¿de quién era?
D: ah… de Marco y su mono Amedio.
Silencio.
C: ¿y no era para niños?
Fin.