Fin

Un bar, Juan está esperando, hay una coca cola sobre la mesa, tiene un libro que ojea. Llega Sara.

SARA: lo siento, lo siento mucho. 
JUAN: hola Sara, no te preocupes. 
SARA: en el último momento...
JUAN: no te preocupes, he aprovechado para leer.
SARA: tuve una urgencia, ya me había quitado el hábito, pero no había más médicos de guardia, sí había más, pero estaban ocupados..
JUAN: de verdad, no te preocupes. No pasa nada.
SARA: ¿de verdad? 
JUAN: claro. No hay problema, si no hubiese tenido un libro igual si me hubiese agobiado un poco, pero por suerte...
SARA: me quedé sin batería, no podía llamarte.
JUAN: no te preocupes, lo importante es que has venido.
SARA: sí, bueno, la urgencia no fue tan larga como esperaba.
JUAN: lo curaste rápido. Eres una gran médica.
SARA: no.
JUAN: sí, lo eres. 
SARA: murió.

Silencio.

JUAN: oh, lo siento. 
SARA: no pude hacer nada, llegó casi muerto.
JUAN: ¿quieres hablar de ello?
SARA: no, no quiero aburrirte con los detalles.
JUAN: tú nunca me aburres.
SARA: vino con una puta.
JUAN: ¿cómo?
SARA: una puta de lujo, lo trajo en su limosina.
JUAN: oh.
SARA: y la puta se quedó todo el rato.
JUAN: supongo que quería cobrar.
SARA: ¿eso es un chiste?
JUAN: no.
SARA: ¿no?
JUAN: sí, bueno, no me hagas caso, ha sido un comentario desafortunado.
SARA: ya, bueno, me dio mucha pena la puta.
JUAN: ¿por?
SARA: me contó que llevaban años de relaciones sexuales, que era su mejor cliente, casi su único cliente.
JUAN: así que la limosina en el fondo era de ese pobre hombre.
SARA: sí, supongo, no sé, ¡qué más da!
JUAN: ¿quieres tomar algo?
SARA: ¿es muy pronto para un whisky?
JUAN: no, en absoluto. 
SARA: quiero un doble, y después otro.
JUAN: está bien.

Juan se levanta, Sara se queda sola, no hace nada, coge el libro que estaba leyendo Juan. Lo ojea. Lo cierra.

JUAN: aquí tienes, uno doble, le he dicho que preparen otro en 5 minutos.
SARA: gracias.

Se lo bebe de un trago.

JUAN: Sara, ¿quieres que lo dejemos?
SARA: ¡¡¡no!!!
JUAN: está bien.
SARA: perdona.
JUAN: no pasa nada.
SARA: igual sí.
JUAN: claro, no hay problema, quedamos otro día.
SARA: ¿otro día?
JUAN: para salir a cenar.
SARA: ¡no! Había entendido...
JUAN: ¿qué, qué habías entendido?
SARA: si quería que esto terminase.
JUAN: oh...

Silencio incómodo.

JUAN: me da miedo preguntarte por ese “igual sí”...
SARA: pues no lo preguntes.

Silencio incómodo.

SARA: ese libro...
JUAN: ¿sí? ¿lo has leído? Es muy bueno.
SARA: no lo es.
JUAN: ¿no? A mí me gusta.
SARA: es una guarrada, te gusta leer guarradas.
JUAN: sólo es un libro.
SARA: ¿te gusta ese autor?
JUAN: ahora me da miedo decir que sí.
SARA:  no puedes vivir con tanto miedo.
JUAN: Sara.
SARA: lo siento, supongo que me ha afectado ver llorar a la puta.
JUAN: no te preocupes.
SARA: igual sí deberíamos...
JUAN: te quiero.
SARA: no me lo pongas más difícil.
JUAN: te quiero.
SARA: ya me lo has dicho hace dos segundos.
JUAN: te...
SARA: cállate de una puta vez.

Se callan,

JUAN: voy a por tu whisky.
SARA: no. Lo siento, lo siento mucho. Yo... yo... yo... no voy a dejar nunca a mi marido, esto no tiene sentido. Tú eres bueno, y te mereces a alguien entero para ti, no te mereces mis sobras.
JUAN: me gustan tus sobras.
SARA: ¿te gustan mis sobras? ¿qué clase de persona eres?
JUAN: soy un perro.
SARA: ¿un perro?
JUAN: soy fiel a mis sentimientos.
SARA: ¿y yo? ¿qué clase de persona soy yo?
JUAN: una gata.
SARA: ¿y qué coño hacen una gata y un perro juntos?
JUAN: eh... hum... yo...
SARA: ¿sí?
JUAN: te iba a contar una cosa estupenda que me había sucedido hoy.
SARA: ¿sí?
JUAN: sí.
SARA: cuéntamelo.
JUAN: me han dado el proyecto, voy a construir el rascacielos.
SARA: oh, enhorabuena.
JUAN: gracias.

Silencio.

SARA: no me quito de la cabeza a la puta.
JUAN: me imagino.
SARA: estaba llorando, destrozada, me ha hecho pensar. 
JUAN: lo veo.
SARA: no me gusta mi vida.
JUAN: déjame ayudarte a cambiarla.
SARA: tú no puedes cambiar nada.
JUAN: déjame intentarlo.
SARA: me voy a ir.
JUAN: oh.
SARA: no me llames.
JUAN: oh.
SARA: no me busques.
JUAN: Sara...
SARA: ¿qué?
JUAN: te quiero.

Silencio.

SARA: yo no.

Silencio.

JUAN: ahora el que necesita el whisky soy yo.
SARA: no es por ti.
JUAN: lo sé, es por una puta.
SARA: imbécil.
JUAN: sí, lo soy. 
SARA: sí, lo eres.
JUAN: hoy había sido el mejor día en meses, el mejor día, cuando me han llamado para darme el rascacielos, pensé “sí, lo voy a hacer y va a ser cojonudo” y me entraron ganas de llamarte para contarte, pero sé que no te gusta que te llame cuando estás trabajando. Ha sido el mejor día de mi vida en meses y no quiero estropearlo, nos tomamos dos whiskys dobles y vamos a cenar como teníamos pensado.
SARA: yo soy tu puta.
JUAN: ¿qué?
SARA: YO SOY TU PUTA.
JUAN:  NOOOOOOOOOOOO. TE QUIERO.
SARA: y la puta también quería a su cliente y follaban como follamos nosotros, sólo sexo y alguna cena, como la que hoy teníamos planeado. ¿qué clase de vida es esta? Dime Juan, dime, ¿qué clase de vida es esta?
JUAN: quiero ir a cenar contigo.
SARA: Juan.

Silencio.

JUAN: ¿sí?
SARA: me voy. 

Sara se levanta. Sale de campo, Juan se queda solo. Sara vuelve a entrar, se miran, Juan sonríe. Sara se acerca, Juan se levanta. Se abrazan.

SARA: te quiero, diferente a como me quieres tú, y nunca voy a quererte igual. Adiós Juan.

Se va.

Fin.

Seguidores