PREMONICIÓN

No se asusten ustedes, no voy a hablar del final del mundo, creo. Sólo de ciertas cosas que me suceden, atisbos de lucidez, de cosas que van a pasar y luego pasan, si el día 20 de diciembre, tengo una de esas visiones claras por mi mente, tengan por seguro que les avisaré, para que se pongan a buen recaudo…

Siempre me han pasado estas cosas… algunas graves y otras buenas, no se trata de que perciba cosas fáciles de suceder, aunque hay casos en los que se podría decir que sí, hay cosas  que primero se han dibujado sobre mi mente, y luego se han plasmado tan cual, como por arte de magia, y siempre que ha sucedido primero en mi mente, luego ha sido real…….

Empecemos por el principio, aunque no por el principio de los tiempos. Sino por la mayor premonición que tuve…

Fue hace 6 años y medio, o quizás un poco menos. Mi vida estaba sumida en el caos, mi peso corporal también estaba sumido en el caos, mi mente dibuja palabras, y esperaba salvar el mundo con la fuerza de mis palabras… vanidoso, gilipollas, y con un ego muy superior al que debería corresponderme.

Hace 6 años y medio, cuando el mundo todavía no estaba sumido en la crisis, yo ya estaba en crisis, me pasé un año entero sin trabajar, no me salían las cosas como yo quería… entonces, sonó el teléfono y me ofrecieron impartir un curso de interpretación, pensé “bien, este trabajo me va a cambiar la vida”… el primer día del curso, conocí a la que a la postre fue mi esposa, y ahora ex esposa qué mal suena eso, pero es el nombre que tiene, y sí, ese curso cambió para siempre mi vida… aunque mi premonición nada tenía que ver con ello, fue a la salida de la primera clase de ese curso, hacía calor, era julio en Valencia, humedad a tope, calor pegajoso a tope…

Salí de clase, y sentí un escalofrío, no le hice caso, seguí andando hasta la parada del autobús… les estoy hablando de una época en la que no tenía ni carnet de conducir, ni bicicleta, y para desplazarme por la corteza terrestre, hacía uso de metros y autobuses, y el curso, que ese día empezó, lo impartía en el otro extremo de la ciudad, a más de 30 kms de mi hogar, dulce hogar… tenía que coger dos metros y un autobús para llegar y lo mismo para volver…

Llegué andando a una gran avenida, tenía varias posibles combinaciones para volver a casa, varios autobuses que me llevarían a diversas bocas del metro. Entonces fue cuando sucedió.

Sentí el mundo temblar bajo mis pies, como si un terremoto estuviese abriendo el suelo y de paso estuviese abriendo las puertas del infierno, miré a los demás transeúntes y comprobé que nadie más había percatado nada… me dije “te estás volviendo loco, te estás volviendo loco”… miré hacia el horizonte de la gran avenida para comprobar si mi autobús se acercaba, pero en lugar de un autobús, lo que vi llegar claramente a mi mente, fue una frase, “EL DIABLO YA ESTÁ AQUÍ”, me quedé quieto, inmóvil, sentí miedo, pavor, terror, claustrofobia, sentí pánico… “EL DIABLO YA ESTÁ AQUÍ” volvió la frasecita “bonita” a mi mente… decidí no coger el autobús, los demás transeúntes si lo cogieron, decidí ponerme a andar, en busca de otro autobús que me llevase a otro metro, el calor apretaba con sus dientes afilados, recorrí una manzana, y me detuve a pensar en la ruta que debían tener mis pies para volver a casa, necesitaba volver a casa, sentía que el terremoto continuaba a mi alrededor, , que lo edificios se tambaleaban, pero parecía ser el único en verlo, ¿por qué los demás seres humanos no lo veían? ¿por qué?...

Subí en otro autobús, intenté relajarme, el ambiente era tenso, o quizás era yo el que estaba tenso, pero todo el mundo estaba callado, el autobús repleto, y nadie decía nada… vi a un pasajero, llevaba una mochila gigante, y pensé que podía llevar una bomba gigante metida en su mochila, la mente me viajaba a la velocidad de la luz, pensamientos dispares arriba y abajo… Bajé en el centro y empecé a andar, el terremoto seguía, las puertas del averno seguían abiertas, sentía como si un legión de maldad estuviese inundando mi ciudad, mi mundo… andé en círculos durante 20 minutos, y me colé dentro de una boca de metro, en ese momento pasó un metro, en contra dirección hacia la primera estación a la cual pretendía dirigirme, estación de metro me refiero…

Y entonces pasó, dejaron de pasar más metros, era hora punta, el andén se llenó de otros usuarios, no cabía un alfiler, y anunciaron media hora después por megafonía que fuésemos saliendo con orden del metro, que se había interrumpido los servicios, salí de nuevo a la calle, y todo era un ir y venir, de ambulancias, de coches de policía, de fantasmas, de diablos, de odio, de sangre,  de pánico…. EL DIABLO YA ESTÁ AQUÍ…

Llamé a mi madre, le conté lo que me pasaba, que no había metros, que no tenía forma de ir a casa, a más de 20 kms, que sentía miedo y que todo estaba inundado por el terror, vino a recogerme, tardó media hora, me senté en un portal, a la sombra de aquel verano, las calles de mi ciudad estaban engalanadas, con banderas del vaticano, el Papa iba a venir a Valencia en 4 días, el viernes, y era lunes, ¿quizás fuese el Papa el diablo que ya estaba aquí?

Pregunté a un policía que es lo que sucedía, y entonces me dio la noticia, un metro había descarrilado entre la parada de Ángel Guimerá y la parada de Jesús, el metro que yo había visto pasar al entrar en la boca del metro, que el accidente había sucedido casi en la parada de Jesús, justo la estación a la que pretendía llegar yo cuando empezó mi propio terremoto…

Murieron casi 50 personas, en Valencia, y me sentí responsable por no haberles avisado que el diablo ya estaba aquí, con todos sus secuaces, prestos y dispuestos a que el final del mundo empezase ese maldito 3 de julio… el día que una hora antes había conocido a la que iba a ser mi mujer. Menudo comienzo…

Desde entonces, he tenido otras premoniciones, menores, pero de igual resultado. Visiones claras de un futuro cercano, que luego han sucedido.

Por ejemplo el sábado pasado, iba en coche hacia el teatro donde trabajo, y me cruzó la mente un pensamiento: “tú coche hoy va a morir”, llegué al teatro y saqué mi libreta de hojas blancas, anoté ese pensamiento, y 5 horas después mi coche dejó de funcionar para siempre…

Y ayer, tuve otra premonición, generalmente no tengo tantas ni de forma tan seguida, fue por la mañana, fue clara, y concisa, y 12 horas después, anoche, sucedió… fue una cosa buena, muy buena, no puedo contaros de que se trata, porque igual no lo lográis entender, a mí me cuesta entenderlo, y además no os lo cuento, porque no se trata de que yo cuente y cuente y cuente mis cosas, tengo derecho a mi propia privacidad, ¿no?

El caso, es que ahora con todo ese rollo maya del falso final del mundo, si va a suceder, sé que lo sabré unas horas antes, mi navaja de premoniciones está afilada, y más atenta que nunca… un mensaje, sin previo aviso, llegará a mi mente, si es así os avisaré o tal vez no, porque si llega el final, ¿de qué os voy a avisar? ¿de que vais a morir todos en unas horas? Mejor ser feliz hasta el último segundo, que no precipitar el vacío…

Premoniciones, ja! Estaría bien tener una premonición sobre un nº de lotería, o algo así, pero en lugar de eso, el destino me ha asignado otro jugada, otro rol… espero por el bien del universo, de mi universo, y aquí estoy siendo totalmente egoísta, que el mundo no se termine el 21 del 12 del 12. Aunque hoy, 12 de 12 del 12, todo podría suceder, estaré atento a las señales, vigilante en lo alto de una de mis montañas, observando el futuro, y el presente… observar, mirar, procesar…

Actor y autor se funden en un abrazo


Hola,

Hace mucho, mucho, mucho, mucho, mucho, mucho, muy muchísimo, tanto tantísimo, que no sé si recordaré cómo se hace. Así que disculpen las letras, las mías, igual tienen un viejo toque de acero oxidado y rancio, no es por propia voluntad, eso se lo puedo asegurar…

Llevo meses bloqueado, un puto bloqueo de escritor, a veces me gustaría ser una máquina con botón de encendido, apagado y reinicio, con un software de actualización del sistema operativo, con cables y chips, y tornillos, y…. Pero esas veces son las menos, afortunadamente, me gusta ser un ser humano, lleno de olvidos y recuerdos, de palabras por matizar y de juegos por inventar.

Durante estos meses de bloqueo, no crean ustedes, que no se me han ocurrido cosas sobre las que escribir, de hecho, si que he escrito algunas, pero ninguna de forma continua, que es el verdadero matiz,  que transforma al esporádico guionista del guionista  profesional. Entonces, si la sequía no se debe a la ausencia de ocurrencias, ¿dónde se encuentra el motivo, la causa y el defecto?

Para mi la literatura nunca fue una vía de escape, en parte, quizá, pero en absoluto de una forma total, para mí era otra cosa, una forma, o una malformación de clase de vida, que por supuesto, es mucho más que una simple vía de escape…

Durante años y décadas, he concebido el mundo real a través de los ojos de mis personajes imaginarios, de sus ocurrencias, de sus pisadas sobre el asfalto y de la colocación sucesiva de verbos, pronombres y adverbios en la boca de dichos seres imaginarios. ¿Por qué? Muy sencillo, pasaba mucho más tiempo con ellos, inventándonos mutuamente, que con el resto de mis congéneres, con los cuales, además era difícil inventar nada común. Siempre me sentí un poco Cyrano, un hombre pegado a la sombra de otros, dibujando en la penumbra palabras tan hermosas como impronunciables.

Ahora, mi cuerpo me pide más acción. No quiero decir que en mi presente no disfrute de enormes tiempos de soledad autoescogida, de tiempos para divagar sobre pensamientos profundos, sobre reflexiones flexionadas y demás memeces, que se me ocurren, cuando me quedo en silencio, y parece que estoy absorto, viviendo en Babia, o simplemente como un muñeco de trapo olvidado en el estante más alto de un armario centenario, cerrado con cal y sin canto ni encanto. En esos momentos, son los momentos en los que más ideas, ojos y muecas circulan por las autopistas de mis circuitos cerebrales. Pero en mi ahora, mi cuerpo, me reclama más movimiento físico…

Antes, mi cuerpo se limitaba a excluirse, a refugiarse en un bar solitario, en su terraza tranquila,  y sacaba del zurrón una libreta de hojas blancas, y sencillamente se ponía a escupir palabras, unas tras otras, tras otras, sin final, ni principio, sin orden, ni lógica. Me parecía tan necesario hacerlo, para mí mismo quiero decir,  era necesario porque no encontraba en la realidad, otros ojos en los que mirarme y sentirme correspondido,  y también, por el puro placer vanidoso de escribir y de creer hacerlo cada vez mejor, un artista de la pluma sin pluma, con estilete afilado, y un saco sin final, del cual sacar cada día un nuevo mundo para plasmar en él, las desgracias, de una amante solitario.

Sin embargo, en los segundos que dominan mi presente, mi cuerpo, me pide más, no se conforma con sentarse y ser espectador y autor de la vida, ahora mi cuerpo me pide ser actor, y protagonista de mi propia existencia. Llama con los nudillos de su mano derecha la puerta de la consciencia de mi cerebro, la abre, y pasa a la acción, aparta de un empujón a Darth Vader de los mandos de la nave imperial, y se pone a pilotar a la velocidad de la luz, sin mirar por el retrovisor, sin advertir de las continuas señales de peligro y advertencia que salpican las carreteras, mis carreteras de asfalto.

Creo que me he vuelto hiperactivo, físicamente, puedo hacer un millón de cosas en un tiempo récord, como si fuese un súperman, capaz de volar alrededor de la Tierra, una vuelta en 3 segundos, dos vueltas en 6 segundos y así sucesivamente, sin final.

Antes, os puedo asegurar que no era así, me costaba un mundo, nunca mejor dicho, mover un solo dedo, y la inactividad física me volvió un holgazán y un ser obeso. Gordo lleno de grasa, pero también gordo lleno de ideas, de magníficas ideas. Podía pasarme horas sentado, escribiendo, pensando, por ejemplo, una vez escribí una obra de teatro, en 3 días, una obra de teatro, con todos sus diálogos y sus personajes, de una hora y media de duración… en jornadas de escritura de 9, 8 y 10 horas, escribiendo, directamente sobre el Word del ordenador.

Ahora, no podría, estar sentado durante todo ese tiempo sin moverme, tendría que levantarme como mucho a los 40 ó 45 minutos, sacudirme el polvo y pintar una casa en 3 minutos.

No está mal, no está nada mal, poder hacer tantas cosas, físicas y no cansarse. Soy capaz de dormir poco y mal, 4 horas, despertarme en mitad del oscuro de la noche, recorrer 150 kms en bici, hacer la compra, la comida, fregar los platos, trabajar de pie, trabajo de acomodador en el Miniteatro, entrando y saliendo constantemente a por nuevo público, llevándolo a cada uno a su sala, 30 pases en 2 horas y media, y salir de fiesta, bueno, no de súper fiesta, pero sí de quedarme y enredarme  un rato en la noche… y todo esto dentro de las mismas 20 horas en las que puedo transformar mi presente diurno y despierto…

El problema de ser tan veloz y tan activo, viene motivado, porque al terminar un función o una tarea, de forma positiva, ese final, me retroalimenta, me da una palmadita en la espalda y me dice: “bien Peter, bien, aún puedes hacer más cosas, no hay final, los verdaderos súper héroes no tienen final, y tú eres uno de ellos”. Pero, siempre hay un pero, hay días, en los que apenas me quedan cosas por hacer, y mi vida se llena de huecos blandos, de huecos en blanco, ¡de huecos! ¿y qué hago entonces? Me da por inventarme nuevas tareas físicas, quitar malas hierbas de la parcela de mi casa, pasear a Frodo durante una hora, no le hace falta, tiene 2000 mil metros de jardín, editar vídeos promocionales de forma gratuita y altruista para el Miniteatro,  limpiar el baño, barrer, fregar, saltar durante una hora intentando alcanzar a la Luna, eh… no sé, miles de cosas…

Vale, de acuerdo, mi conciencia me pregunta, ¿si tienes tiempo sobrante, e ideas sobrantes, por qué no juntas esos huecos en blanco con esas palabras que danzan por tu cabeza? ¿por qué?... mente en blanco, vida en blanco, silencio en blanco.

No lo hago porque estoy bloqueado, como he dicho al principio, un puto bloqueo de escritor, o de guionista o de lo que coño sea que soy, que no sé si sé.

No es la primera vez, he tenido varios, pero no tan largos. Cuando se está en medio del tráfico de ausencia de palabras impresas, de necesidades fisiológicas de desparramar tóxinas en formas de versos y prosa, cuando se está en medio de esos periodos, uno, yo, pienso, piensa, que nunca lo volverá a hacer, que nunca volverá a sacar los dados del azar, que nunca volveré a jugar, a inventar, a transformar, a danzar, a pintar, a esbozar, a manchar, escupir, vilipendiar, mancillar,  romper, seducir, divertir y finalmente emocionar, simplemente juntando palabras, unas tras otras.

Así que este invierno, el que se avecina, he decidido hacer algo. Mi cerebro ha vuelto a tomar los mandos de la nave imperial, Darth Vader, ha vuelto a su status original y le va a ordenar a mi físico, que se ponga a su servicio y que mueva con su mano un bolígrafo, y que se ponga directamente a escribir, en esos huecos, los del medio, en esos silencios prolongados, en esas situaciones de aspavientos infructuosos, donde `porque mucho que me mueva, mi sombra sigue quieta.

A la pereza, se le vence cogiéndola de las solapas y empujándola a patadas, hasta expulsarla de paraíso terrenal en el que parece haberse detenido el tiempo de mi cuerpo.

¿con esto quiero decir que mi cuerpo es un paraíso terrenal? No, con esto quiero decir, que tengo tanta energía que podría alumbrar Nueva York durante las noches del invierno más crudo, calentar a sus ciudadanos, con sus mejillas coloradas del calor que desprende su estufa alimentada por el plutonio de mis ojos.

Ahí es nada.

A los bloqueos, se les vence con el simple placer de escribir por escribir.

Bienvenido seas placer, te estaba esperando, ya estoy aquí, he vuelto, nunca me fui, simplemente me quedé callado.

Acotación: Actor y autor se funden en un abrazo.

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