Una del espacio, 4


Lo que pasó con los 8 grupos anteriores a Antídoto MuerteIX, fue lo que siempre pasa, al principio parecía que había dado con las personas adecuadas, con los cerebros adecuados, pero luego…

En el capítulo 1 dije que la Tierra nos expulsó de su corteza terrestre como se expulsa al recién nacido de las entrañas de su madre. Aunque eso no fue exactamente así. Dos años después de lanzar la vacuna antimuerte. Hubo una guerra mundial, la última gran guerra mundial, apenas duró 5 días, fue una guerra total, una guerra nuclear. Para entonces los proyectos de nombres absurdos de la NASA, como “hasta el infinito y más allá”, habían desarrollado naves nodrizas autosuficientes con capacidad para 50 mil personas,para la evacuación de la población, aunque el objetivo no era evacuar a la población terrestre, sino la conquista del espacio exterior.

Después de que estallase la guerra, 2 días después las naves despegaron y nos alejamos para siempre de nuestro planeta. La vida humana no iba a sobrevivir en aquellas condiciones de radioactividad. Cuando estalló la guerra, Gigi estaba en Indonesia y yo en Serbia, no pudimos ni tuvimos tiempo de decirnos adiós, físicamente,  ni tuvimos ocasión de elegir subirnos a la misma nave. La NASA, decidió que cada nave tendría que explorar un espacio distinto y alejado, y que si alguna de las naves, encontraba un planeta que pudiésemos habitar, emitiría una baliza-señal de emergencia que nos pondría en contacto con el resto para que los demás,fuesen al lugar de encuentro. Durante las primeras semanas, tuvimos contacto con todas la naves, la señal de radio funcionaba, pero a medida que nos fuimos alejando y esparciendo, la señal se debilitó, y finalmente desapareció. Sólo quedaba la baliza de emergencia.

La mañana que estalló la guerra, el cielo dejó de ser azul, y se volvió gris. Siempre recordaré esa mañana del final del mundo, bueno, siempre la he recordado. Espero que tras mi muerte, dejar de recordarla, dejar de recordarlo todo.

Actualmente estamos cerca de la galaxia Abell 1835 IR1916. Se encuentra detrás del cúmulo Abell 1835, en la constelación de Virgo. Se descubrió en el año 2.007, y está a 13.200 millones de años luz de la Tierra. Desde entonces no hemos encontrado ningún planeta habitable, ni nosotros ni el resto de naves nodrizas.

Lo que pasó con los 8 grupos anteriores, fue que la NASA decidió finalizar los contratos de las personas empleadas, aunque decir  que “decidió finalizar los contratos” sea la expresión más suave que se me ha ocurrido para definir lo que exactamente pasó.

Última conversación con Gigi, año 2025.

GIGI: te echo de menos.
PETER: ohhh, es la primera vez que me lo dices en años. De hecho creo que es la primera vez que me lo dices.
GIGI:  siempre tiene que existir una primera vez para ciertas cosas.
PETER: sí.
GIGI: te veo muy pixelado, la señal es débil.
PETER: claro. Y cada vez será más débil, hasta que desaparezca.
GIGI: lo vamos a lograr.
PETER: ¿encontrar otro planeta? o ¿encontrar puntos de wifi en Saturno para poder conectarnos y seguir hablando por skipe?
GIGI: ¡qué idiota eres!
PETER: lo soy, ya lo sabías cuando me compraste, venía en mi etiqueta de chico ingenioso.
GIGI: eres mi idiota.
PETER: sí, soy tu idiota.
GIGI: siempre quise tener uno.
PETER: escucha Gigi. Esto es el fin.
GIGI: no.
PETER: sí, es imposible una vuelta atrás.
GIGI: lo sé.
PETER: es imposible que esto… joder, me encantaría estar en la Tierra, cuando estalló la guerra, que lejos me parecía entonces Serbia de Indonesia, y qué cerca me parece ahora.

Interferencias….

GIGI: no te escucho bien.
PETER: Gigi.
GIGI: ¿sí? Peter…
PETER: ¿Gigi?
GIGI: ¿Peter?
PETER: te quiero Gigi, te quiero…
GIGI: Peter no te veo…

Más interferencias….

PETER: te quiero.
GIGI: ¡¡¡¡Peter!!!!! Lo lograré, lo lograré, encontraré un mundo para poder vivir en él, y lo haré por ti…

La pantalla se quedó en negro, perdimos la señal.  Todos los días desde entonces, 125 años, cada mañana he encendido el skipe, y nunca más ha aparecido una señal deGigi.

Al principio tenía esperanzas, que sé yo, de encontrar un nuevo planeta, había algunos planetas que eran posibles candidatos a albergar la especie humana, pensaba que en 4 ó 5 años, podríamos habitar algunos de esos planetas, pero ninguno tenía las condiciones necesarias para soportar la vida humana. Las naves nodrizas tenían un sistema de propulsión nuclear, tócate los cojones, capaces de crear agujeros de gusano a través de los cuales poder viajar a una velocidad paranormal, de forma que si una nave se encontraba a un billón de años luz de la baliza de emergencia, pudiese llegar en apenas 10 años terrestres, pero esa baliza y esa velocidad haría que la nave quedase inservible para continuar viajando por el espacio.

Al principio tenía esperanzas de volverla a ver, de abrazarla, de besarla, de hacerla reír, de recorrer con mis dedos su cuerpo desnudo…

Año 2015. Segundo aniversario en la playa.

PETER: ¿te imaginas que un día lo lográis?
GIGI: ¿me imagino?
PETER: sí.
GIGI: no me lo imagino, sé que vamos a lograrlo.
PETER: jajajjaja…
GIGI: ¿de qué te ríes?
PETER: de tu seguridad, eres la persona más cabezota que he conocido nunca.
GIGI: ohhh.. sin lugar a dudas es el mejor piropo que me has dicho desde que nos conocemos, ¡¡¡cómo sabes lo que nos gusta escuchar a las mujeres!!!!
PETER: jajajjajaj…
GIGI: lo vamos a lograr Peter. He encontrado una enzima enla cadena del ADN, simplemente tengo que abrirla y ver que es lo que produce su envejecimiento, cuando lo consiga, tendré la vacuna.
PETER: ¿así de sencillo?
GIGI: así de sencillo, no, ¿de verdad quieres que te dé toda la explicación científica, una explicación de la cual sólo entiendas la primera frase?
PETER: gracias, jajajjaja… por adaptarte a mi ignorancia.
GIGI: de nada, es sumamente fácil.
PETER: ohhh, ¿soy un chico fácil?
GIGI: hombre.
PETER: ¿cómo?
GIGI: ya no eres un chico, eres un hombre, tienes 39 años.
PETER: cierto.
GIGI: cuando lo logre, ya no envejecerás más!!!
PETER: y no me quedaré calvo.
GIGI: tú no te vas a quedar calvo, ni aunque no encuentre la forma de abrir  la dichosa enzima…
PETER: bufff.. es todo un alivio.
GIGI: te quiero Peter.
PETER: y yo Gigi.
GIGI: lo sé, me lo dices todos los días.
PETER: ¿te molesta que te lo diga?
GIGI: no, pero no hace falta que me lo digas siempre.
PETER: te lo digo porque tengo miedo a que lo olvides.
GIGI: ajjajajaj… puedo ser muy despistada, pero créeme, eso no se olvida.
PETER: cásate conmigo.
GIGI: no.
PETER: joder, ni siquiera te lo has pensado un segundo.
GIGI: ¿quieres que me case contigo?
PETER: sí.
GIGI: y qué pasa si encuentro la forma de abrir  la enzima, y consigo detener a la muerte, el discurso del cura, “hasta que la muerte os separe, dejaría de tener sentido”.
PETER: no me casaría contigo por ningún rito religioso.
GIGI: eso es más tranquilizador, aunque mi respuesta sigue siendo la misma.
PETER: no se puede enjaular a los pájaros.
GIGI: ¿qué clase de pájaro soy? Casi es peor llamarme pájaro, que cabezota.
PETER: jajajjajaja…
GIGI: ¿qué clase de pájaro soy?
PETER: un águila imperial.
GIGI: wow… ¿y tú?
PETER: yo no soy ningún pájaro, soy un lobo.
GIGI: jajajjajajajaj… ¿un lobo?
PETER: sí.
GIGI: jajjajaja, para mí eres más bien un bichón maltés.
PETER: jajjajajajja…


Año 2150, quedan 10 días para mi muerte programada.

Una del futuro, 3


Tumbados, desnudos, en la cama, año 2014, primer aniversario de nuestro primer encuentro en la playa, música de fondo, se escucha jazz, a mí me encantaba darme esos toques de pseudo-intelectual, y ponía jazz, pero lo cierto es que mucho más allá de las apariencias, yo siempre hubiese querido ser un músico de jazz, un maldito músico de jazz, ese noche sonaba Chet Baker.

GIGI: ¿por qué siempre me pones músicas de viejos?
PETER: la música, ciertas músicas no tienen edad…
GIGI: cómo tú…
PETER: yo sí tengo edad, 38.
GIGI: eres un viejo.
PETER: oh… y tú, una niña.
GIGI: ¿alguna vez habías estado con una mujer que podría ser biológicamente tu hija? (por edad quiero decir)
PETER: ¿y tú?
GIGI: yo nunca me he liado con una mujer, por el momento, todo se andará.
PETER: espero que me invites a esa fiesta.
GIGI: claro, te enviaré un flyer con la invitación, y una consumición sin alcohol para esa fiesta.
PETER: ¿invitación vip?
GIGI: claro, claro, vip…

En ese momento Gigi, se puso de pie en la cama, e hizo como si fuese un robot y de su boca sólo se escuchase el sonido de “bip”, estoy cansándome de esta conversación, bip, quiero cenar algo bip, me dijiste que me invitabas a cenar, bip, y nos hemos ido a la cama antes de cenar, bip, ¡eso significa que no habrá cena, bip?”…

La amaba, cuando decía esas gilipolleces, la amaba, y cuando no las decía también.

PETER: ¿por qué has dicho que no tengo edad?
GIGI: porque pareces mucho más joven de la edad que tienes, porque tu pelo, con ese tupé, parece sacado de otra época, con esas patillas…
PETER: tampoco tengo tanto tupé.
GIGI: ya, tampoco, pero lo tienes, y porqué tus ojos.
PETER: ¿sí?
GIGI: están llenos de vida y entusiasmo.
PETER: ohhh… creo que voy a ir a por la grabadora, para grabar estos momentos,
GIGI: ni se te ocurra, nada de cámaras ni fotos.
PETER: ¿por?
GIGI: (con voz en falsete) pertenecemos al grupo Antídoto Muerte IX… nadie debe saber de nuestra existencia, y ni siquiera podemos hacernos una foto oficial de grupo, mucho menos una grabación no oficial, desnudos en tu cama.
PETER: no sería una grabación pornográfica,
GIGI: ohhh… eso es mucho más tranquilizador.
PETER: jjajajjajaj
GIGI: jajjajajajja…

Me puse de pie, en la cama, desnudos, ambos, la abracé, caímos entre risas a la cama… la seguí besando…

GIGI: una cosa.
PETER: ¿sí?
GIGI: Antídoto Muerte…
PETER: Antídoto Muerte IX
GIGI: eso. Ese nombre…
PETER: ¿no te gusta?
GIGI: no es que no me guste, es que parece un chiste.
PETER: un poco ridículo si que es.
GIGI: cuando mis amigos me preguntan en qué y donde trabajo, no sé si decirles la verdad, estoy segura que no me creerían.
PETER: puedes decirlo. No está prohibido.
GIGI: no me creerían.
PETER: quizás por eso la persona que le puso el nombre, escogió ese nombre…
GIGI: ya…
PETER: quizás esa persona de inmenso talento, pensó en ese nombre para disuadir a la personas para hacerles creer, que todo el proyecto era una broma, una absurda broma… y así evitar nuevas preguntas.
GIGI: esa persona de inmenso talento…
PETER: ¿sí?
GIGI: tenía tupé.
PETER: sí, y patilllas!!!
GIGI: y era un viejo que hacía el amor a jovencitas.
PETER: no, sólo a una jovencita.
GIGI: ohhh. Esa jovencita, se debe sentir halagada de tan inmensa condecoración.
PETER: ¿crees que lo que hago es condecorarte?
GIGI: ¡¡¡¡Tú!!!!!!
PETER: sí, yoooooo
GIGI: jajjajajajjaaj
PETER: jajjajajaj…
GIGI: ¿qué pasó con los 8 grupos anteriores?
PETER: fracasaron.
GIGI: ¿no era buenos?
PETER: eran muy buenos, pero fracasaron.
GIGI: ¿eran mejores que nosotros?
PETER: casi, pero no.
GIGI: ¿casi?
PETER: el casi eres tú…

Nuestras conversaciones fluían a lo largo de las noches, y de los días, eran conversaciones que viajaban en el tiempo, a bordo de una comunicación constante, estar hablando del más allá, mientras mis manos recorrían su espalda, o mientras sus labios recorrían mi cuerpo, o mientras hacíamos el amor….

Antes de ella, hubo otras mujeres, pero a ninguna la amé, en aquellos momentos pensé que sí, que las amaba, lo que pasa es que después conocí a Gigi, y supe lo que era el verdadero amor, la verdadera comunicación, la verdadera necesidad de las necesidades…

Año 2023.

En honor a mi trabajo, a toda la labor de investigación, a toda mi paciencia, a todo mi apoyo, fui escogido por la NASA en ser el primer hombre en recibir la primera vacuna contra la muerte, yo tenía mis propias dudas, claro, ¿qué iba a pasar a partir de ese instante, mi cuerpo se detendría, dejaría de envejecer, me convertiría en una especie de vampiro que podría, si quería, ver el sol, para siempre, y la noche, y las estrellas….?

Gigi me lo había explicado mil veces, ella era científica, yo no, cada cuerpo mutaría levemente, pero dejaría de envejecer, dejaría de haber muertes, por enfermedad, o por accidente. En el supuesto, por ejemplo que alguien sufriese una accidente mortal, y muriese, si se le aplicaba la vacuna, aunque fuese después de muerto, esa persona podría volver a la vida. Como el gato que tiene 7 vidas, los humanos también las tendríamos, incluso más de 7, incluso infinitas.

Moralmente significaba la muerte de cualquier Dios, esa idea me gustaba, aniquilar a ese tipejo, o a esos tipejos. Pero si la gente no iba a morir, que iba a pasar con el ser humano, en el año 2023 éramos más de 15 mil millones de habitantes.

No pasaba nada, la NASA, tenía sus propios planes, de colonización de otros planetas, otros proyectos, encabezados por otros líderes, con otros nombres absurdos, “Evacuación necesaria XXI”, por ejemplo o “A por Marte VI”,  o “Hasta el infinito y más allá III”, nombres absurdos, para proyectos absurdos.

Yo no quería recibir la vacuna, esa que me alejaría de la muerte, si accedí fue por Gigi, por estar a su lado, hasta la eternidad.


Año 2150.

Hasta la eternidad, tiene gracia, no, no la tiene, la eternidad, un segundo de mi vida sin Gigi, es una eternidad, 100 años sin ella, es un infierno. Miro por mi escotilla, de mi receptáculo vital y espacial, en mi nave nodriza, hay unas 50 mil personas. Miro por mi escotilla, y me siento solo, perdido, no quiero vivir más segundos infernales sin Gigi, por eso he pedido la muerte asistida, mi muerte asistida.

Una del futuro, 2


Año 2023, yo tenía 47 años, Gigi 33. Fue una tarde de septiembre, un par de días después de mi cumpleaños, ella entró a mi estudio, donde pasaba mi tiempo, delante del ordenador, observando el planeta, el ojo que todo lo ve. Gigi entró sonriendo y  jugando, cuando hacía eso, su belleza se multiplicaba por mil, y su atracción del deseo de los ajenos también aumentaba, por mil.

Esos segundos eran estallidos de sensaciones, de emociones, orgasmos perfectos.  Ella entró sonriendo y jugando, se sentó encima de mis rodillas, como una niña buena, me beso, como una buena amante, y me dijo:

“ya está, ya lo he conseguido, he vencido a la muerte”… me quedé de piedra, luego una sacudida de escalofríos, una puta premonición de que aquello era el principio del fin. No de Gigi y Peter, no. El fin de la humanidad.

Su grupo de investigación habían hallado la fórmula exacta para la cual fueron contratados, 9 años antes, por un servidor. Durante mi empleo, bueno, mi empleo, siempre había consistido en esperar, esperar a que aparezcan talentos, mente únicas, recolectarlas, abrirles los ojos, alimentar sus almas, y de alguna, incluso enamorarme…. Y esperar que sucediese el milagro, la cura definitiva de la muerte,

Siempre había considerado tal extremo una demencia, ese objetivo nunca se podría lograr, nadie podría inventar la receta perfecta, el antídoto de la muerte. Mi trabajo consistía en hacer que un grupo de personas lo consiguiesen, aunque moral y éticamente era el peor de los posibles enemigos que dicho macro objetivo.

Esa tarde, cuando entró, y se sentó y me lo contó, vi el final del mundo, ante mis propios ojos, un fogonazo de imágenes,  de destrucción…


Año 2013

Nuestra primera conversación:

GIGI: Me llamo Gigi.
PETER: yo Peter,
GIGI: encantada.
PETER: lo mismo digo.

Hubo un momento de silencio, entre los ojos, sus ojos descubriendo los míos, los míos viendo su alma transparente, la entrevista había terminado, era la persona adecuada para desarrollar la dirección del trabajo de campo del proyecto: Antídoto Muerte IX, antes hubo otros 8 equipos, que fracasaron.

GIGI: no me imaginaba que la NASA, fuese tan cutre, cuando he llegado, he estado a punto de darme la vuelta y no entrar por la puerta.
PETER: no somos exactamente la NASA, dependemos de ellos, pero no somos ellos.
GIGI: pero pagan ellos.
PETER: sí, eso sí.
GIGI: no me imaginaba que la NASA fuese tan cutre.

Me estaba probando, quien diablos era yo, y ese lugar de encuentro, ese bajo de un edificio antiguo, con mobiliario antiguo y viejo y en desuso. No era nuestro, no trabajábamos allí, sólo era un lugar que alquilábamos para nuestras entrevistas. Aunque ese alquiler, claro, también lo pagaba la NASA, así que Gigi, en 3 frases había definido perfectamente lo cutre que era la NASA, y que el proyecto que iba a encabezar, realmente no tenía muchas opciones de prosperar. Este hecho, lejos de alejar su sapiencia de mi ámbito laboral, la incentivó y decidió por completo, a trabajar por la causa de Antídoto Muerte IX. Aunque a mí, me gusta pensar que fui yo, quien la convenció para trabajar para la NASA.

PETER: generalmente no suelo decir esto,
GIGI: pues no lo digas general.

Me reí, eso la relajó, le tendí mi mano.

PETER: bienvenida…
GIGI: lo voy a conseguir, lo voy a hacer, todavía no sé cómo, pero lo voy a lograr.
PETER: lo sé. Lo he visto en tus ojos.

Fue la primera premoción que tuve con ella, al verla. Supe que lo iba a lograr.

La segunda, es la que he escrito antes,  cuándo lo logró.

Durante las primeras semanas, trabajábamos juntos, codo con codo, ella, otros 3 hombres, dos mujeres y yo. Ellos eran los expertos, yo el coordinador. A mí me gustaba, era imposible que no me gustase, irradiaba pasión, y delicadeza, y millones de puntos de cordura y sutura para salvar al ser humano de sus propio vicios y demonios.


Una tarde, al terminar del trabajo, yo me encendí un cigarro, en la puerta, 

GIGI: eso te matará.
PETER: por suerte, estáis trabajando muy bien en ello, para que eso no pase,
GIGI: sería más fácil que no fumases, eso ayudaría unos 50 años en la aproximación de a solución del problema,
PETER: no puedo fiar de alguien que no tiene pequeños vicios.
GIGI: quizás ese sea el problema.
PETER: ¿tú te puedes fiar? ¿tienes pequeños vicios?
GIGI: ¿yo?
PETER: sí.
GIGI: no lo sé. Tendría que pensar en ello.
PETER: sí, tienes que pensar en ello, es que no los tienes, y si los tienes, y no los recuerdas, es posible que alguna vez hayas tenido uno, pero que no ha prosperado. Que no se haya perpetuado en tus actos cotidianos.
GIGI: es posible.
PETER: lo es.
GIGI: pero eso no excusa para que te fumes un cigarro, y no me vale que me digas, que fumas poco, o que apenas fumas, el hecho es que fumas, y eso te matará.
PETER: la vida sin la muerte no sería vida.
GIGI: la muerte.
PETER: sí.

Desde ese día, siempre hablábamos a la salida del trabajo, yo me fumaba un cigarrillo y nuestras conversaciones se entremezclaban, como nuestras almas.

Llegó  nuestro primer verano, yo me fui de vacaciones, y la invité a venir a pasar un día, o unas horas, estaba cerca de la ciudad, en una casa frente a una playa desierta, con una enorme montaña a nuestras espaldas. Ella aceptó, enseguida. Vino, llegó el día y vino. Cociné para ella, la conversación fluyó, y también nuestros deseos, tomamos el baño en el mar, en una mar tranquilo y azul transparente. Yo me acerqué a ella, la miré, a esos  ojos, y la besé. En el mar por primera vez. 

Una del futuro, 1


 Año 2150, en algún lugar del espacio exterior

Me llamo Peter y tengo la suerte de ser uno de los pocos supervivientes de la especie humana. Aunque no sé si lo que tengo es o ha sido o fue, buena o mala suerte.

La especie humana habitó un planeta llamado Tierra durante millones de años, pero un buen día, éste nos expulsó, como a un niño que es expulsado de su vientre materno, al nacer, el planeta nos expulsó de su corteza, porque simplemente ya no podía más, con todo nuestro peso, y toda nuestra ciencia, y todo nuestro ingenio.

Recuerdo esos días, y los recuerdo nublados, los días finales me refiero, como quien recuerda una vieja foto, de un cielo azul. Y la foto está desgastada y arrugada y casi rota y sobre todo olvidada en algún cajón de un escritorio sin usar.

Pero no estoy aquí para hablar de cielos azules, hace décadas que no veo cielos de ese tipo. Azules me refiero, ahora lo único que puedo ver es el negro absoluto del espacio infinito, a través de una pequeña ventanilla de la nave en la cual viajo desde que la Tierra nos mandó de paseo galáctico por todos nuestros pecados capitales.

Me llamo Peter y tengo 174 años, y  sé perfectamente cuanto tiempo me queda de vida, por eso me quiero apresurar en la medida de lo posible, en hablar o escribir, acerca de un antes, de que el destino del hombre y de la mujer cambiase para siempre.

Es curioso que todavía utilicemos la medida del tiempo de un planeta que ya no habitamos, pero todavía es más absurdo, que esos días y esos años los totalicemos a través de la cuenta de la llegada de un Dios, o del hijo de un Dios a aquel planeta.

Dios, es un buen concepto como para ocupar muchas de las palabras que quiero emplear, pero tampoco, es ese el tema del que quiero hablar.

Una vez conocí a una mujer, y ese sí es el tema del que quiero hablar, y perdonar por mis vueltas y volteretas a la hora de formular mis frases, es la vejez, la mía, la que apretuja miles de conceptos en un embudo mental dentro de mis pocas neuronas que aún funcionan.

Todos los días, miro por mi ventanilla, al espacio exterior, y todos los días deseo ver otra nave como la nuestra, y que en esa nave viaje  ella. Deseo que nuestras naves se acoplen de un modo perfecto, escotilla contra escotilla, en un orgasmo perfecto, y poder verla, y abrazarla de nuevo…  La esperanza es lo último que se debería perder, al mismo tiempo que es absurdo vivir pensando en esa esperanza, sabiendo que tal milagro simplemente es imposible que suceda, y en el caso que sucediese, tampoco tendría tiempo de aprovechar y saborear cada segundo. Estoy seguro que ella todavía vive, en otra nave, en otra galaxia, en otro espacio… ojalá el Big Ben se detenga pronto y el espacio empiece a menguar, para que nuestras distancias se acorten, y poder satisfacer mis deseos de abrazar de nuevo a la mujer soñada, y amada.  Pero para que el Big ben se detenga y todo mengue, aún quedan miles de años, y para entonces yo simplemente ya no seré yo. Mi muerte está programada para dentro de 15 días, 22 horas, 16 minutos y 10 segundos.


Cuando la vi por primera vez, fue a principios del año 2013, hace 137 años, y recuerdo ese momento, con exactitud, ella entrando por la puerta, con un espejo detrás de ella, con su pelo corto, sus labios carnosos, sus ojos azules con tonos grises y verdes, la forma precisa de su mirada, el color blanquecino de su piel sedosa, el olor de la misma, olor a limpio, a naturaleza, a bosque después de la tormenta. Y su alma, recuerdo ver su alma a través de sus ojos. Ese era mi poder, mi talento, poder ver con trasparencia el alma de las personas, por eso me contrataron, por eso era el encargado de reclutamiento.

Aunque en cierto modo, yo ya la había visto antes. En aquella época, trabajaba recolectando talentos, mentes hábiles capaces de hacer complicadas raíces cuadradas y logaritmos, y mentes lúcidas capaces de crear universos paralelos. Trabajaba para un organismo que recibía el nombre de NASA, y era el encargado de recabar los diferentes currículums de los posibles candidatos y candidatas; además, en mis funciones profesionales,  debía investigar sus pasados, descubrir hasta el más mínimo detalle que me dijese si esa persona era válida para la misión que debíamos emprender.

Así que cuando esa mujer, esa bella mujer entró por la puerta, yo ya la había visto antes. En el año 2013, había una cosa llamada Internet, y en esa cosa estaba toda la información de todo el mundo, simplemente había que tener cierta habilidad para saber buscar y cierto talento para saber encontrar la información adecuada.

Amo el segundo preciso en el que ella cruzó aquella puerta.

Cuando la investigué sabía que no estaba ante una persona normal, sabía que ella iba a ser la elegida de guiar muchos de los cambios que después de mil vueltas nos han conducido hasta este presente. Antes he hablado de Dios… no creo en él, sé que no existe, joder, vivo en una nave espacial surcando el espacio, y no lo veo por ningún lado, estamos solos en el universo, completa y totalmente solos, pero a pesar de esa soledad, ella, era una Diosa, una creadora nata, un alma capaz de curar cualquier enfermedad, y cualquier estupidez humana. Aunque ella en ese momento, el momento en que cruzó esa puerta todavía no lo sabía, todavía desconocía todo el poder que albergaba dentro de su mente, pero sobre todo, dentro de su corazón.

Años antes de verla por primera vez, años antes de saber de su existencia, en mi currículo vital personal, había conocido exactamente el reverso exacto, su polo opuesto, y cuando conocí y descubrí a su extremo perfecto, no pude concebir  la existencia de un polo positivo exacto en cuanto a poder y capacidad de crear y salvar y sanar, mi cerebro no daba para tanto.  Años antes de conocer a esa Diosa, conocí al Diablo, y el Diablo no me dejó entrever la posibilidad que existiese un contrario perfecto capaz de derrotarle. 

Sonrío, porque 115 años después de oír su voz por última vez, aún recuerdo el tono de su voz, sosegado y dulce, mágico, y recuerdo el tacto de sus dedos por mi espalda… y sonrío, porque para mí, es imposible no amar cada segundo de los momentos que tuve la suerte de interactuar con semejante Diosa.

Digo que fue una Diosa porque descubrió entre otras muchas cosas, la cura para la peor de todas las enfermedades humanas, que no es otra que la propia muerte. No quiero decir que las personas no puedan morir, que sí que pueden, pero sólo pueden morir si quieren hacerlo, y si desean vivir para la eternidad, lo pueden hacer, ella lo hizo posible. Por eso tengo 174 años. Y por eso mi muerte está programada, porque a pesar de amarla, no la volveré a ver, y no puedo concebir mi existencia, más tiempo, sin su presencia.

Pero antes que eso suceda, tengo que contar la historia, nuestra historia, para que las generaciones venideras, si es que vienen, sepan, cual fue el preciso instante en el que la vida, cambió para siempre, ese instante, fue, cuando ella atravesó esa puerta, y se colocó a escaso 50 centímetros de mi perímetro vital.

El nombre, su nombre, era Gigi. 

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