los 7 picos más hermosos de mi vida


Me despertó el despertador, por fin cumplió su misión, sonó a las 4:40, desayuné me vestí de ciclista y salí a la calle, me dirigí entre autos borrachos y jóvenes besando sus botellones a casa de gran Víctor Súñer y de ahí, tras una hora en coche a Requena. Sabía que iba a hacer frío, y viento, pero que no iba a llover, todas las webs dedicadas al tiempo fallaron, putas webs, que predicen y fallan…

La carrera empezó a las 8, con puntualidad inglesa, eso me gustó, y los 1200 ciclistas empezamos a deslizarnos sobre el asfalto, cuando apenas llevábamos 4 kms, empezó la lluvia, fina, fría, gélida, yo iba de mitad hacia detrás, intentaba adelantar a los demás ciclistas, pero apenas tenía huecos, decidí acomodarme en un grupo de unas 100 personas, yo iba en medio del mismo, protegiéndome del viento,

Subíamos, bajábamos, y yo preguntaba, “¿este es ya el primer puerto?” Y los demás ciclistas se reían, y me contestaban que no, A lo 15 kms, una bajada, fui a cambiar el plato, el pequeño por el grande, y se partió el cable… “Mierda, llevo 15 kms, me quedan por delante casi 170, y no voy a poder utilizar el plato grande para ninguna bajada, ¿abandono? Raúl, abandona”, me dijo mi voz más en off, pero yo nunca le hago caso a mi voz más en off, yo nunca abandono, esa palabra no existe en mis acciones. Sabía que eso iba a sepultar todas mis probabilidades de hacer un tiempo inferior de 8 horas, pero tenía ganas de pedalear por esas montañas, había estaba esperando este momento semanas, desde que mi “hermano” Víctor, me dijo que él se había apuntado, y que yo debía hacer lo mismo.

En el km 21 empezó el primer puerto, el pico del Negrete, una tachuela de 8 kms, yo iba en el mismo grupo del principio, en medio, resguardado del viento, sujetando mis ganas locas de atacar, ¿para qué iba a hacerlo?, era demasiado pronto, subimos todo el grupo a la misma velocidad, no me pareció para nada un puerto duro, suave y distendido, eso es lo que me pareció… Y en el km 29, empezó el descenso, sabía que aquí iba bajar despacio, mientras los demás ciclistas, apretaban con sus platos del 50 o del 52, yo debía aguantar el mismo ritmo con mi plato pequeño del 34, eso significaba, que iba a sudar mucho más que ellos, y que iba a necesitar el doble de agua, y fruta y sales minerales… Estábamos a más de 1200 metros de altura, la llovizna se convirtió en agua nieve, a la gente le entró el miedo, a mí no, los frenos estaban perfectos, desde que el día anterior mi amigo Sergio los había actualizado, y como el loco de Perico Delgado, en el tour de 84 (o del 83, no lo recuerdo bien) me lancé cuesta abajo, sorteando a los demás, en las rectas, pero también en las curvas… el viento soplaba fuerte, de cara, y mis piernas y los reflejos respondían a la perfección. Disfrutaba danzando entre bosques…

Adelanté a unos 40 ciclistas, el pelotón explosionó en cientos de ciclistas, la guerra empezaba, y yo me sentía en mi salsa. Salsa de salitre y endorfinas, salsa de adrenalina y emoción. Al terminar el descenso, paré en el primer avituallamiento, me comí dos plátanos, me acordaba de Nadal, y de sus plátanos durante sus partidos de tenis.

Muchos ciclistas no pararon, “ allá ellos, yo paro, si quiero acabar en Requena, de nuevo, tengo que parar y comer y beber”. Me vino fatal esa parada, el frío, de 2 y 3 grados, agarrotaron mis músculos, descendí casi en solitario hasta el pantano de Benagéber, parecía Asturias, o los Pirineos, todo verde, bosques, maravilla mundial en el interior centro de Valencia…. Por lo menos en ese tramo de piernas congeladas, me adelantaron 30 ciclistas, bajaban con sus platos grandes y yo, con mi plato de tapitas sevillanas, no tenía nada que hacer, mi rebujito competía contra sus batidos de naranjas y plátanos. Empezamos a subir el segundo puerto, mis piernas seguían congeladas, sufrí como un perro viejo y moribundo que sabe que va a morir. Y me acordé de mi perra, de Flora, de mi perra muerta, Flora, de aquella que me rescató de mis sombras más podridas, cuando mi vida era un caos de ron y vómitos, y mi peso aumentaba y volvía a aumentar, me acordé de ella, y pensé: “si me viese ahora, corriendo una carrera, de ciclismo, con menos de 75 kilos…” y entonces, las lágrimas empezaron a brotar, no podía parar de llorar, y le dije, “Flora, ayúdame a conseguirlo, ayúdame”… Mis piernas se volvieron a calentar, coroné el segundo puerto, de 7 kms, más duro que el primero, y desde ahí un descenso de unos 14 kms hasta Chelva, con Flora en mi cogote, acelerando a más de 70 km/h con el plato pequeño, veía a los ciclistas que adelantaba, con sus 50, con sus 52, y pensaba, “vosotros tendréis esos platos, ¿pero qué comida se sirve en ellos?” yo tenía a Flora, la sentía a mi lado, riendo, cantando, jugando, moviendo los hilos de mis piernas…

Sabía que todo ese esfuerzo era una locura, que iba a gastar el doble de energía que el resto de ciclistas, pero no me importaba, estaba disfrutando, salvajemente sobre la bici… Y entonces, llegué a Chelva, y empezó lo duro, de la carrera, un puerto tremendo de 9 kms, el Remedio, con una zona central durísima, empecé suave, y empecé a adelantar ciclistas, me dio por contarlos, cuando superé la barrera de 60 ciclistas adelantados, dejé de contar, estaba en mi salsa, el sol había salido y apretaba el calor, y yo funcionó mil veces mejor con el calor, y mientras yo adelantaba, no me adelantaba nadie… A 50 metros de coronarlo, me llegó la primera rampa en mi muslo derecho, una rampa provocada por mi elevada cadencia de pedaleo, mi pierna crujió por la mitad, llevaba 93 kms, me faltaban 100 para llegar a meta, en lo alto de este puerto, había otro avituallamiento, me comí dos plátanos más, hice 5 minutos de estiramientos, los ciclistas adelantados, no paraban, seguían hacia delante, perdía posiciones, pero ahora la carrera, no era contra ellos, la carrera era contra mí, empecé a bajar el puerto, una nueva rampa, esta vez en la otra pierna. Pensé de nuevo en abandonar, pero Flora no me dejó, estaba perdiendo la cabeza, en mi bici iba yo, y mi perra muerta hace 7 años. Lloraba, no podía parar de llorar.

La carrera continuaba, durante más de 15 kms, rodé solo, alcancé a unos abuelotes, y me puse a tirar de ellos, sin darlo todo, por miedo a nuevas rampas, pero tirando, un grupo de 20 ciclistas nos alcanzó, me puse a rueda, estábamos subiendo el tercer puerto, de más de 25 kms, con muchas subidas y muchas bajadas, empecé a encontrarme bien, las piernas se recuperaron, me puse de nuevo en cabeza de ese grupo a tirar, me quedé solo, había descolgado de golpe a 25 ciclistas, con mis piernas maltrechas, sin plato grande, el viento soplando, y la lluvia de nuevo cayendo…

Terminó ese puerto y empecé de nuevo a bajar a más de 70 km/h, una locura, mis piernas eran un molinillo incansable, sabía que estaba cavando mi fosa, pero no me importaba morir, Flora seguí a mi lado, Alcancé a otro grupo, saqué comida y empecé a comer encima de la bici, me puse de nuevo en cabeza, iba a más de 30 km/hora en un terreno quebradizo, y me hice un colega, un buen colega, me dijo, “¿qué tal si bajas el ritmo y tiramos entre todos?” le dije que sí, que yo podía ir más rápido, pero que sí, que era una buena opción, dejé pasar a dos ciclistas, bajamos a la velocidad de 20 km/h, así no íbamos a llegar nunca, Delante de nosotros se expandía un terreno casi llano y casi todo boca abajo, y como nadie colaboraba, le dije a mi amigo, que yo me iba, que eso era insoportable, ataqué y nadie pudo seguirme, alcancé a un ciclista, a otro nuevo amigo y me puse a tirar, le pedí ayuda, necesitamos abrir hueco con los de detrás, y colaboramos, llegó el puerto de Chulilla, el quinto del día, y me fui de este nuevo amigo, Las rampas en mis piernas volvieron, pero coroné solo el puerto, de nuevo, superando a otros 10 ciclistas, escalando, soy escalador, eso lo tenía claro. En lo alto del puerto un nuevo avituallamiento, comí otros dos plátanos, llegó a mi altura el último amiguete que me había hecho ,y nos fuimos juntos a por el 6º puerto, casi seguido, muy duro, de 12 kms, el asfalto roto y el viento huracanado en contra, entonces, vi al primer amigo que me había hecho, no había parado en el avituallamiento, y entre los tres empezamos a colaborar, yo les decía, apretar, relajar, apretar, y ellos obedecían, me sentía el rey del mundo, con dos amigos nuevos, que me hacían caso a mí, un globero con corazón de Espartano…

Ese puerto fue un infierno, no por su desnivel y su pendiente, sino por el viento, soplando contra nosotros, alcanzamos a dos ciclistas más, y les planteé la posibilidad de colaborar entre todos, los que más nos esforzábamos era el segundo amigo y yo, generosos en los relevos, en el esfuerzo, en el momento, no existía un después, sólo un presente, éste era el nuestro. Por fin terminó ese infierno, pequeño descenso y el último, el 7º pico, nuevas rampas en mis piernas, llevábamos más de 170 kms, y les decía al grupo, “hay que regular”, pero yo ya no podía más, fue una muerte lenta, y sosegada, pero fue una muerte… El rutómetro de la web de la carrera marcaba 186 kms, a mí no me cuadraban las referencias, tenían que ser más kms, y tanto, que lo fueron, 193, para ser exactos. Putas webs que mienten. El viento arrancó mis últimas energías, pasé al fondo de ese minigrupo, no podía más, las rampas en mis piernas cada vez eran más largas y fuertes, el dolor punzante, y Flora a mi lado, alimentando de amor cada centímetro recorrido.

Coroné con ellos, y un nuevo terreno hacia abajo, con el viento más fuerte de todo el día, no sabía lo que quedaba, pero no podía más, Les dejé ir, mis piernas explotaban de dolor entre rampas, demasiados esfuerzos, demasiada cadencia, Y sin embargo, era feliz, lo iba a conseguir, lo iba a conseguir….

Llegué solo a Requena, me adelantaron en ese tramo de descenso unos 40 ciclistas, no podía ir más rápido de 20 km /h, en un terreno que se podía rodar al doble de velocidad, pero me daba igual, mi objetivo era terminar, Al llegar a meta sonreí, le di las gracias a Flora y bajé como pude de la bici. Me fui al recinto ferial de Requena, daban de comer, las pasta más insípida que he comido en mi vida, me comí dos platos, llamé a Víctor, no lo había visto desde el km 1, estaba preocupado por él, pero sabía que llegaría, llegaron a mi altura en el recinto, mis nuevos amigos, me abrazaron, me dieron las gracias por ser tan buen líder, entonces fue cuando les dije, que no podía usar el plato grande desde el km16, fliparon, yo todavía lo estoy flipando… mi cara estaba compuesta de salitre, descompuesta quiero decir, me tomé dos cafés. Una hora y cuarto después llegó Víctor, y más ciclistas,

Y ahora estoy aquí en casa, Flora ya no está, está Frodo, mi perro de ahora, mi duende hermoso de ahora, y con vuestro permiso, voy a sacarlo a pasear. 7 picos, el años que viene volveré, de eso no tengáis ninguna duda.

HOTEL PARADISE


1.INTERIOR DESPACHO DE BÁRBARA DÍA

vemos el interior del despacho de Bárbara, la directora del Hotel Paraíso, están sentados uno frente al otro, Bárbara va demasiado pintada, son las 10 de la mañana y ha bebido unas cuatro copas, va contenta, Marco es el aspirante al puesto de Relaciones Públicas del hotel, parece tímido, es la entrevista de trabajo.
 
BÁRBARA
Este no es un hotel como los demás hoteles. ¿sabes cuantos hoteles hay en esta ciudad? ¿y cuántos de esos hoteles existen de nuestras características? No hace falta que respondas. 3.543 hoteles, y ninguno como el nuestro. Hotel Paraíso lleva funcionando ininterrumpidamente 25 años. (pausa) ¿cuál es tu nombre?
 MARCO
Marco López Garrido.
BÁRBARA
Estarás cansado que te pregunten por tu madre.
MARCO
¿perdón?
BÁRBARA
¿O a lo mejor estás cansado de que te pregunten por tus viajes?
MARCO
Bueno, yo...
BÁRBARA
No hace falta que me contestes... ¿porqué quieres trabajar para nosotros? (pausa de 5 segundos) Ahora sí que me hace falta que me contestes...
MARCO
Necesito el trabajo, y tengo experiencia, he trabajado para otros hoteles y varias empresas, creo que estoy capacitado...
BÁRBARA
No quiero que me cuentes tu currículo, ya lo he leído, lo tengo aquí delante. Quiero saber, ¿por qué quieres trabajar aquí?
MARCO
¿se trata de ser sincero?
BÁRBARA
Todo lo sincero que puedas llegar a ser.
MARCO
En el último trabajo me despidieron por sincero.
BÁRBARA
¿qué dijiste?
MARCO
La verdad.
BÁRBARA
Aquí eso no te va a ocurrir.
MARCO
¿quiere decir que puedo decir la verdad siempre que quiera?
BÁRBARA
No, quiero decir que aquí la verdad no importa.
MARCO
¿entonces por qué quiere que le sea sincero a la hora de contestar “por qué quieres trabajar para nosotros”?
BÁRBARA
Ahhhh… ¿qué hora es?
MARCO
Las 10 de la mañana.
BÁRBARA
Hum… Buena hora para tomar una copa. ¿quieres?
MARCO
Yo...
BÁRBARA
¿tienes miedo de que te considere un borracho por aceptar una copa a estas horas?
MARCO
Bueno...
BÁRBARA
Tranquilo, sencillamente no quería beber sola.
MARCO
¿busca un cómplice de borrachera matutina? Alguien con quien no sentirse solo, y edulcorar la mañana más gris de su existencia... perdón, a eso me refería, mi cerebro es más rápido que yo, y digo lo que pienso, suponiendo  verdades que a lo mejor no lo son, por ese tipo de cosas me despidieron de mi último trabajo.
BÁRBARA
¿lo echas de menos?
MARCO
¿el qué? ¿mi último trabajo?
BÁRBARA
No, a tu puta madre, no te jode… echo de menos muchas cosas, echo de menos a las grandes estrellas. Una vez se hospedó una semana Liza Minelli. Era la más grande, hija del más grande. Fue bonito.
MARCO
echo de menos comer, no quiero decir que no coma, que sí, lo hago, no todos los días, y no todas las comidas, hace 4 meses que no gano dinero, al principio tenía algo ahorrado, pero se ha ido agotando... ¿le vale esta respuesta sincera a su pregunta?
BÁRBARA
Ahhhh… Hacía años que no me emocionaba, tú no lo has conseguido con esa tonta respuesta, pero has estado cerca...
MARCO
No quería emocionarla, es la verdad...
BÁRBARA
Ah… la verdad, la verdad me da tanta pereza escucharla, que casi prefiero no saber la verdad, aunque de la verdad de esta próxima pregunta, dependerá si empiezas a trabajar  esta tarde.
MARCO
Dispare
BÁRBARA
No tengo pistola, tengo una metralleta, ¿quieres que te la enseñe? 
MARCO
¿esa es la última pregunta de la que depende mi futuro?
BÁRBARA
Ah… nooooo ¿Eres homosexual?
MARCO
¿y esa es la última pregunta?
BÁRBARA
Ahhhh, sí..
MARCO
yo...
BÁRBARA
No tengas vergüenza, que no es lo mismo que ser un sinvergüenza.  No tengas prisa en contestar que no es lo mismo que tomarse un año sabático en contestar... yo fui el amor secreto de Liza Minelli, vivimos el amor más secreto y apasionado que nadie pueda vivir. Pero se fue, la industria de Hollywood la reclamaba, tenía unas manos bonitas, y unos dedos juguetones y retorcidos que sabían como encontrar y excitar mi clítoris... ¿eres homosexual?
MARCO
¿Si lo fuese tendría problemas?
BÁRBARA
Los tendrías si no lo fueses. Éste es el único hotel temático, nene…
MARCO
Lo sé, lo sé… y lo soy, lo soy...
BÁRBARA
Respuesta adecuada, que es lo contrario de respuesta inadecuada, respuesta afirmativa que es consecuencia a una  respuesta definitiva.
MARCO
¿el empleo es mío?
BÁRBARA
¿Ves a alguien más en la habitación?
MARCO
No.
BÁRBARA
¿¿¿nooo???
MARCO
Si, si, sí...
BÁRBARA
Yo también los veo, son gente extraña, me acompañan todo el día y toda la noche, pero no hablan, no comen y sobre todo no beben... ¿una copa para celebrarlo?, piensa bien lo que vas a contestar porque de tu respuesta dependerá tu futuro.
MARCO
Acaba de decir que...
BÁRBARA
¿qué eres? ¿una maldita grabadora humana e inhumana? Ya sé lo que acabo de decir. No hace falta que me lo repitas... sal de mi despacho inmediatamente, largo, fuera, vamos...

Marco se levanta, sale, pasa un segundo, vuelve a entrar.

MARCO
¿perdón?
BÁRBARA
¿sí?
MARCO
No he ha quedado claro, ¿estoy o no estoy contratado?
BÁRBARA
¿Quién eres tú?
MARCO
Marco López Garrido.
BÁRBARA
¿estarás cansado de que te pregunten por tu madre?
MARCO
Yo...
BÁRBARA
Anda vete, pero vuelve a las 3, y luego te vas a las 11, y así todos los días. (ironía) ¿Serás capaz de recordarlo?
MARCO
Seré capaz.
BÁRBARA
Una última cosa.
MARCO
¿Sí?
BÁRBARA
cómo me hayas mentido sobre tu homosexualidad y lo descubra estarás despedido en menos de 5 segundos...
MARCO
No le he mentido. Es la verdad.


Se corta a.


2. INTERIOR HOTEL DÍA

se trata de una secuencia de transición, de cortinilla, a cámara avanza por el hotel al ritmo de una música, dura unos 5 segundos. Marco saca un móvil, busca en su agenda un teléfono, marca un número, Lola.

Se corta a.


3. INTERIOR ASCENSOR  DÍA

vemos en el interior del ascensor a Marco, habla por el móvil.

MARCO
¡¡¡cariño, ya tengo trabajo, lo he conseguido...!!! gracias, muchas gracias... sí, empiezo esta tarde... lo único es que  me tengo que hacer pasar por homosexual...

Se corta a.

Compromiso de 30 días perfectos


30 días seguidos subiéndome a cualquiera de las dos bicis que descansan a mis espaldas, 30 días de mover las piernas, por placer, claro, pero también por compromiso.

Un amigo cibernético, me dijo en marzo “¿te has enterado del compromiso internacional de rodar en bici durante 30 días seguidos? Gente de todo el planeta, pedaleando sin descanso, para no sentirte solo, mientras la carretera se empina, mientras Eolo sopla en tus oídos, mientras la vida pasa y nada permanece…”

Eso me dijo el bueno de Carlos, el amigo cibernético, al principio, me reí, porque pensé, “seguidos, 30 días, hum… es pan comido, es algo que he venido haciendo hace 2 años y 10 meses…” pero siempre había dejado un día en medio de descanso, un día en medio de recuperación o de compromiso o de trabajo que me había impedido hacerlo, cumplirlo…

Pero los números estaban ahí, el primer medio año, rodé 3500 kms, desde junio hasta noviembre, ese primer año, rodaba con mi vieja Méndiz, con cuadro de trébol de hace 20 años, aunque no la tengo desde hace 20 años, la compré de segunda mano el 10 de junio de 2010. Pesaba 107 kilos, yo, no la bicicleta, y necesitaba, tenía la imperiosa necesidad de hacer algo de deporte. Me acordaba de mi juventud, de cuando iba para estrella del fútbol, y durante los meses de julio cogía la bici y me subía a mi querido Oronet, en la Sierra de la Calderona,

Pero volvamos al pasado reciente, a ese 2010.  Al principio me adelantaban hasta los abuelites de 80 años, yo era una masa uniforme y compacta de  grasa, de kilos extra, de mente sucia piernas vacías… no me sentía yo, ése no era yo, no lo era, era otro, no sé muy bien que significaba, pero mientras los caracoles, las hormigas y los escarabajos peloteros me adelantaban, era consciente, que era cuestión de tiempo, y el tiempo empezó a mordisquear mis piernas, a mordisquear mi alma, mi grasa, mis excesos, de farra y de olvido, pero sobre todo, de mierda…

Cuando mejor estaba, llegó el frío, en octubre, para el que no ha ido en bici, salvo en verano,  no sabe lo que es el frío, el viento colándose por las rendijas insondables de tu cuerpo, el frío machacando tu alma, el frío que aniquila tus pensamientos más íntimos… en esos 3500 kms, en esos primeros kms, perdí 6 kilos, pude perder más, pero llegaba a casa hambriento, capaz de devorar cualquier cosa comestible y no comestible que me encontrase en la nevera, en la calle o en cualquier acera…

Además, apenas tenía ropa de invierno para ir en bici, poco a poco fui comprándome la equitación necesaria, pero el frío, atrapaba para mí la pereza,  e instalaba su software en mi hardware, y me dejaba noqueado, colgado y atrapado.

Llegó 2011, y hasta abril apenas me subí a la Méndiz, ese 2011, rodé unos 6000 kms, los primeros 5000 mil en la Méndiz, con ánimos renovados,  y esperanzas renovadas… y empecé a quemar grasa de verdad, la que había recuperado ese mismo invierno, más otra nueva, los caracoles dejaron de adelantarme, y las hormigas también dejaron de adelantarme, cada día rodaba más y más, y cada día necesitaba más, me sentía vivo, me sentía guapo, y atractivo, según se deshacía en sudor la grasa de mi vida, de mis últimos 12 años de miseria humana.

Cuando llegó octubre, tuve un accidente, jugando a fútbol 7, me hice una quemadura de segundo grado y durante un mes entero, tuve que dejar de pedalear, los enfermeras se morían de la risa, iba cada dos días, a realizarme las curas, y cada día, les preguntaba lo mismo, “¿ya puedo coger la bici?” Se reían, les hacía reír, claro, allí iban viejetes, con sus daños, y sus heridas y de pronto un chico de 35 años, les preguntaba si podía ir en bici, porque sus montañas le reclamaban.

Y llegó la última cura, y lo volví a preguntar, “¿ya puedo ir en bici?”, y la enfermera jefa, un hueso duro de roer, en cuanto a sonrisas se refiere, me dijo: “siiiiiiiiiii, ya puedes, pesado, que eres un pesado…” y los dos compartimos un momento de risa abosulta, el hueso duro de roer, y yo.

Ese mismo día me subí a la Méndiz y rodé 75 kms, a una velocidad media de 27 km/hora, con 3 puertos de montaña.

Creo que nunca he subido tan rápido, claro, tenía un mes acumulado de ganas en mis piernas, un mes entero, de querer correr y correrme por mis montañas mágicas a lo Hernan Hesse.

Ese día, me di cuenta que necesitaba y quería una nueva bici, para seguir mejorando. A los pocos días, una oferta de empleo, hecha para mí, “buscamos a un escritor-crítico que haga críticas de negocios y locales de su ciudad”, bueno, buscaban a unos cuantos, no sólo a mí, pedían como prueba, un relato personal sobre mis experiencias en un negocio de Valencia, y escribí una crítica divertida. Al cabo de un día me llamó el jefe, “ eres un Dios de las palabras, estás contratado, me explicó que debía hacer una media de 45 críticas a la semana, durante 5 semanas, me preguntó  si me parecían muchas, y que si me veía capacitado para hacerlo. Yo sonreí, y le dije: “yo soy un verbo con patas y ruedas, claro que lo estoy”, pero en realidad, dudaba que pudiese hacer 45 críticas a la semana, me parecía una exageración. Me dijo que si escribía más críticas, me las pagaría a parte, a modo de extra, la primera semana escribí 60, la segunda, 65, la tercera, 70, la cuarta otras 70 y la quinta 80. Ninguno de mis compañeros escribió tanto. En principio si cumplía con sus objetivos cobraría entono a mil euros por las 5 semanas, pero como doblé mi trabajo, cobré casi 2000, y ese dinero extra, tenía un destinatario.

Me despertaba a las 4 de la mañana, y buscaba locales de Valencia, que conociese, que conocía, y como me acuerdo de toda mi existencia y de todas las cosas que me han pasado, escribía y escribía y volvía a escribir… mis compañeros escritores, alucinaban, yo llevaba 100, ellos 50, yo llevaba 200, ellos 100, y así sucesivamente…

A la tercera semana, fui al taller de uno de mis mejores amigos, y le dije: “quiero una bici nueva” y me habló de una focus de aluminio, le dije que la fuese encargando, que mis palabras la pagarían,

A los dos días, me llamó y me dijo, “ha entrado de segunda mano una look de carbono, en perfecto estado, olvídate de la focus, la look es mucho mejor….” Y eso hice, la recogí y en el mes de diciembre, en ese primer mes, rodé 1000 kms,

Y llegó el año 2012, el año en que me convertí en un auténtico yonky de las dos ruedas. Rodé 13600 kms, que son muchísimos kms, una barbaridad, si los pones en línea recta por el ecuador de nuestro planeta, darías la vuelta a más de la mitad de la tierra.
Ese año, empecé a rodar con un peña ciclista, la de mi amigo Ramón, los sábados por la mañana, y descubrí nuevas rutas, nuevas montaña, nuevos amigos…

El 2012, ha sido el mejor año de mi maltrecha y extraña existencia, lo recuerdo ahora y sonrío, no puedo parar de sonreír… al endorfinas recorriendo cada una de las moléculas de mi ser, la adrenalina naciendo de un lugar de procedencia alejada, y el baile, de mis piernas de mis ruedas, de mi alma, sobre el asfalto sobre la alfombra roja de mis sueños…

Ahora que camino en los primeros días de mayo de 2013, sé que el verdadero cambio, ni fue adelgazar más de 35 kilos, eso fue lo secundario, el efecto co-lateral de una batalla ganada, el verdadero cambio, fue por dentro, vamos a ver, me refiero a que ahora, mi lucidez mental se ha multiplicado de forma exponencial por un logaritmo infinito que acerca lo finito a los infinito, que equipara la empatía a las sonrisas, que anula la mala hostia, que ve palabras donde antes sólo había sombras.

Antes de empezar mi compromiso de 30 días, de este abril, recién clausurado, tuve una comida de antiguos compañeros de la facultad, y una de mi compañeras, me decía “te recuerdo escribiendo, siempre tragedias, el amor, la ausencia de amor, la muerte, la aproximación de la muerte, el pesimismo, la falta de esperanza” y es posible que eso fuese así durante años, durante décadas, pero ya no, claro que puedo seguir escribiendo sobre la muerte, pero me gusta más escribir sobre la vida, jugar una partida de póker con el mismísimo Satanás y ganarle la mano definitiva, con una sonrisa en mi boca de niño grande, sin miedo a sus terribles represalias.

Ahora volvamos al pasado más reciente, al ayer, en otro salto en la línea temporal de mi existencia,  Carlos, mi amigo cibernético y amante de las dos ruedas, me habló de este compromiso, no le hice mucho caso al principio, ¿30 días seguidos en bici? Pues claro que lo iba a hacer, es muy sencillo, ¿no? Bastante con mover las piernas, es fácil, arriba y abajo, durante 30 días sin descanso…

Y así durante ese mes clausurado es como alcancé la asombrosa cifra de 2049,90 kms,  2050 kms para redondear…

Y ahora me acuerdo de Carlos, que me lo propuso, y sonrío, me acuerdo de mi hermano Pablo, el que me inspiró para comprarme la Méndiz, me acuerdo de mi amigo Ramón que me enseñó el camino del trabajo en equipo en el ciclismo a través de su fabuloso grupo ciclista, me acuerdo de Sergio, mi amigo que regenta la tienda de bicis, y quien me puso entre las piernas las dos máquinas perfectas de acero y carbono que ahora descansan detrás de mí, a escasos centímetros, me acuerdo de mi amigo Ángel, y su piñón fijo, y de sus aventuras en bici por la ciudad, porque también ruedo por la ciudad como un elemento más, sorteando locos de autos y autos locos, me acuerdo de cada uno de mis compañeros de la Segona divisó, grupo ciclista de mis sábados al sol, me acuerdo de Jorge, nuevo amiguete de las dos ruedas, padre de uno de mis alumnos asperger, me acuerdo del gran Víctor Suñer, y de las risas mientras volvíamos de Alfondeguilla, mientras imitaba a la perfección a la voz de doblaje de Robert de Niro y Stallone, me acuerdo de cada km quemado debajo mi sombra, de las nubes, del viento, del sol, de los bosques, de la nieve, del frío, del calor aplastante de agosto, me acuerdo del primer invierno y de su frío, me acuerdo de Lui, y sus sonrisa, animándome con sus wasapp, con sus iconos de “vamos, tú puedes, pedalea”, me acuerdo de Nata, de mi Nata, compañera de piso, y amiga infinita,

Me acuerdo de todos, de todo, y doy las gracias, de corazón a todos…

30 días… quizás para mí el reto, el verdadero reto, sería rodar durante 300 días seguidos, y tengan en cuenta que algún día lo haré… salud y bonito sol para rodar bajo él.

Y por supuesto me acuerdo de ti, ya sabes que todo esto, todos estos caminos de gloria, te los enseñaré pronto, mientras sonreímos sin final, en una vuelta perfecta alrededor de la vida, te amo, niña, te amo…

Salud y buenas piernas.

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