SE VENDE MEMORIA HISTÉRICA

Hoy me he levantado echando de menos a uno que fui pero que ya no soy, y que nunca volveré a ser. Vaya por dios, qué novedad!!!! Supongo que el escritor al contar algo de su pasado, lo rememora y con este acto, su mente viaja a un antes que ya no volverá físicamente, pero en el mismo acto de rememoración, la mente viaja y vuelve a eso que fue un presente, y se queda anquilosado en él, durante un tiempo incierto, y nada lineal, un tiempo que puede ser un segundo, o que puede tratarse de una eternidad, un tiempo etéreo, un tiempo difuso, un tiempo sin manecillas de reloj, un tiempo muerto, un tiempo sin tiempo.


El caso, es que me desperté, y quería salir en bici, pero todavía no puedo, en el proceso de reconstrucción de mente y cuerpo que estoy llevando a cabo, he sufrido un revés, una maldita lesión por culpa de otro deporte, la pierna en carne viva me achica a la hora de andar, a la hora de saltar, a la hora en la que ya no existen las horas. Y me deja postrado encima de una silla, de un sofá o de una cama. Tal vez, la inactividad física ha sido la responsable de que mi mente haya viajado al pasado, tomo nota mental sobre ello, quizás el hecho de no hacer nada, me recuerde a aquella etapa pasada, en la que tampoco hacía nada.


Estamos en el año 2011, de vez en cuando me obligo a mí mismo a mirar un almanaque, tal es mi necesidad de saber, que localizarme fisiológicamente en una época u otra. Eso es por culpa de mi memoria, de mi extraordinaria memoria, que por otro lado, es una de las cosas más inútiles que la naturaleza me ha otorgado, una antigua amiga, y compañera de aventuras de teatro, me llamaba el hombre agenda, un antiguo socio de productora, que hoy camina hacia futura estrella de celuloide, siempre llevaba una agenda consigo para anotarse las cosas, y yo no anotaba nada, me decía: “¿cómo es posible que te acuerdes? ¿cómo puedes hacerlo?” Y yo sencillamente respondía: “ese es mi extraordinario súper poder, la memoria exquisita que para casi nada sirve”.


¿Eso es verdad? Claro, vamos a analizarlo desde un punto de vista práctico, ¿cuántas mujeres hay ahora mimo llamando a tu puerta? Eso es fácil de contestar, ninguna, ¿cuántos jefes con buenos trabajos están en esa misma puerta? Mismo resultado, o misma respuesta, ninguno, ¿cuántos amigos te llaman para salir, emborracharte y hacer de la noche una dulce canción de suave Folk Rock? Idem, o sea lo mismo, 0, así de sencillo, o sea que gracias a mi extraordinaria memoria, la inactividad física es capaz de transportarme a otra época, a otro lugar, es capaz de alejarme de mi presente vacío, es capaz de hacerme dudar de mi propia existencia en un presente real, es capaz de transportarme a los confines del más allá de lo imaginario, para hacerme revivir, ciertos dolores, o ciertos olores, o ciertos matices de la puta madre que inventó los matices, pero para pocas cosas prácticas me sirve, la agenda mental de citas vacía, la agenda mental de ofertas de trabajo, vacía, y la agenda mental de actividades nocturnas también con un cero patatero como resultado.


He pensado publicar un anuncio en la web, "se vende memoria inacabable, precio a convenir", tal vez de esa forma la gente llamaría a mi móvil, pero no lo hago, por una cosa, en el fondo y en la superficie me gusta en silencio y aborrezco tener que intercambiar palabras y hábitos de palabras con personas, así que como buen ser solitario que soy habito mi espacio solitario y lo lleno de silencio, y me dejo de tonterías de anuncios, por otra parte ¿a quién le puede interesar una memoria como la mía? ¿A Apple, a Windows, a la Nasa, a la OTAN, a mi vecina de la casa de al lado? Seamos serios, ya existen discos duros extraíbles y portátiles con una gran capacidad, casi tanta como mi memoria, a demás, en el supuesto de que existiese gente que quisiera contratar mi memoria, ¿cómo lo haría? ¿tendrían que abrirme el cerebro en una operación a vida o muerte para extraerme mi cerebro y hacerlo palpable para el ser contratante? O lo que es peor ¿esa persona interesada en comprar mi memoria infinita, tendría que hablarme, y yo escucharla, y generalmente la gente habla de cosas vacías y absurdas, yo por ejemplo, y generalmente la gente cuenta muy mal las cosas, yo por ejemplo, también, y tendría que escucharlos, y asentir con la cabeza, y darles un poco la razón, y recordar sus historias, sus quehaceres, sus vidas?


Casi, mejor pensado, no voy a publicar ningún anuncio en segunda mano. O por lo menos , ningún anuncio ofreciendo el privilegio de vender una gran memoria inacabable.


¿Alguna cosa más? Ehhhh…. Hummmm…. La vida que a veces es domingo y a veces una hija de puta, eso ya lo sabías, ya pero es que a veces me equivoco.

POEMITA DE UN VAMPIRITO

Día? No sé, ¿Mes? Eh… ¿Año? Buf…. ¡¡Estás!! Estoy. ¿Estás? No, no estoy.


Perdido. No estoy perdido. ¿No? No. Lo estás y estoy porque quieres y quiero. Sí,

También, puede ser. Estoy perdido porque quiero. Hay más porqués. ¿Cuáles? El mundo, este mundo, no es para mí. Nunca lo fue, y lo intenté cambiar. ¿Cómo?


Con palabras. Hablando, desde escenarios, pantallas, y hojas… durante más de 15 años. ¿lo cambiaste? ¿lo cambié? No. Estupidez, aires de grandeza, vanidad, explosión, muerte, ¡pero no muerte de estar muerto! ¡¡¡NO!!! Muerte estando vivo, vivo pero muerto.


Nosferatu. Murnau. Vampiros. Max Schreck. El actor que sólo hizo ese papel, el actor que se convirtió en vampiro. Y después Klaus Kinski. Bruno Ganz. Ramaje. No estuvo mal, aunque Murnau fue el mejor, ¡mágico! ¡clásico! ¡moderno! ¡arriesgado! ¡¡¡GENIAL!!!


¿De qué hablaba? De porqué el mundo no es sitio para ti, para mí. De qe intentándolo todo, no conseguiste casi nada.


Amé.


Sí, conocí el amor puro, físico, pasional, carnal metafísico, metafórico e hiperbólico ¿existe esa palabra? Sí, no sé, ¡qué más da! Escribo, invento, ¡qué más da! Historias o palabras, lo importante siempre fue escribir, me salvaba el pellejo ¿y ahora, me lo salva? Eh… en cierto modo sí, en incierto modo no.


Vivo pero muerto. Ausencias, lejanía, soledad, autodestrucción, bicicletas, raquetas, 5 horas cada día, kilos que se evaporan en forma de sudor. ¿Se puede sudar el dolor del corazón? ¿o simplemente el dolor? ¿cuántas horas harán falta para sudarlo? Horas, meses, milenios, eternidades infinitas… allá lejos en el horizonte redondeado, justo detrás pues mucho más lejos. ¿1000 kilómetros? Más ¿10.000 km? Mucho más ¿un millón de km? Por ahí andará y rondará la cosa.


Joder, eso siempre viene bien. Joder ¿a quién? ¿con quién? Con quien sea, me da igual, ya no puedo ni sé amar. ¿Por ella? ¿por tu ex? No, algo, a lo mejor, en todo caso, por más cosas. ¿qué cosas? El mundo, éste que no es para mí.


Te repites, me repito, todo el mundo lo hace, repetimos acciones mientras pasan los segundos y la vida, y detrás de fondo, la vida… ¡¡¡¡NO!!!! LA VIDA ES LA REPETICIÓN ¿Y EL FONDO? LOS SUEÑOS QUE NO SE ALCANZAN.

PELOS, CRISIS Y UNAS GAFAS CON SÚPER PODERES

Ext. Terraza, tarde 3 octubre


Vemos una terraza, con un grupo de mesas, da el sol de las 7 de la tarde de un lunes, 3 de octubre de 2011, vemos en una mesa, a dos amigos, a Peter y a Raúl, hablan de sus cosas. Miradas tristes, pensamientos alegres, o no, o a lo mejor caras alegres y pensamientos tristes.


RAÚL: ¡has venido sin afeitar!

PETER: ¡¡¡no!!! Esta mañana me afeité, pero hace un rato fui al baño y del esfuerzo me volvió a salir la barba.


Silencio.


RAÚL: ¡vaya tela!

PETER: es que lo he escuchado en la mesa de al lado, la que tienes justo detrás y no he podido evitarlo.


Silencio.


RAÚL: ¿qué queda del peludo gordo cabrón?

PETER: ¿el cabrón?

RAÚL: sí… ¿sí?

PETER: no lo sé, ¿eres un cabrón?

RAÚL: no lo sé, ¿cómo puedo saber si soy un cabrón?

PETER: quizás si preguntases a tus amigos, a tus conocidos, a tus familiares, ellos sabrían responderte.

RAÚL: te lo pregunto a ti.

PETER: es un honor sin dudas.

RAÚL: y además del honor…

PETER: ¿qué?

RAÚL: ¿soy un cabrón?

PETER: en el sentido etimológico de la palabra, cabrón sería el macho de la cabra, y en el sentido “insultativo”, cabrón es el que tiene cuernos. ¿Tienes cuernos?

RAÚL: ¿en el sentido real físico intelectual o en el sentido simplemente sentimental?

PETER: en los dos.

RAÚL: no lo sé, tal vez debería comprarme un espejo.

PETER: ¿para qué?

RAÚL: para verme en el espejo, así sabría si tengo cuernos en el sentido real.

Peter le mira las piernas a Raúl, lleva pantalones cortos.

PETER: ¿te has dado cuenta de que no tienes pelos en las piernas?

RAÚL: sí, no me gustaba el apodo de “peludo gordo cabrón”, así que me he arrancado los pelos, todos, uno a uno de las piernas con los dedos de las manos.

PETER: no creo que quién te pusiese ese apodo se refiriese a los pelos de las piernas.

RAÚL: también me he cortado los de la cabeza.

PETER: lo veo.

RAÚL: ah, era por si no te habías dado cuenta.

PETER: necesitaría ser ciego para no darme cuenta.

RAÚL: ¡qué putada! ¿no?

PETER: ¿el qué? ¿ser ciego?

RAÚL: por otro lado, si todo el mundo fuese ciego, no importaría el aspecto físico, no haría falta afeitarse, ni cortarse el pelo, ni arrancarse el bello de las piernas.

PETER: ¿todo el mundo ciego menos tú?

RAÚL: eso es.

PETER: ¡qué putada! Te “mirarían” como al rarito de la humanidad.

RAÚL: nunca mejor dicho.

PETER: o nunca mejor visto.


Silencio.


RAÚL: necesito trabajar.

PETER: ya somos dos.

RAÚL: estoy perdiendo las esperanzas.

PETER: yo tengo una brújula, si quieres te la vendo.

RAÚL: ¿cuánto?

PETER: por ser tú, 100 Euros.

RAÚL: ¿100?

PETER: ¿te parece caro?

RAÚL: no, me parece barato.

PETER: está bien, 200 Euros.

RAÚL: eso está mejor, trato hecho, apúntalo a mi cuenta.

PETER: ¿a cuál?

RAÚL: ¿a cuál?

PETER: sí, a la de las deudas que piensas pagar, o a la de las deudas que nunca podrás pagar.

RAÚL: hum… mejor a la segunda.

PETER: apuntado queda.


Silencio.


RAÚL: ¡hay qué ver!

PETER: ¿el qué?

RAÚL: nada, simplemente ¡hay qué ver!

PETER: ¡como qué nada y después hay que ver! ¿el qué?

RAÚL: el aburrimiento.

PETER: ¿tú puedes ver al aburrimiento?

RAÚL: claro, tengo unas gafas especiales.

PETER: ¡qué pena que no tengas unas gafas que pudiesen ver…!

RAÚL: ¿el qué? ¿la entrepierna de las mujeres? ¿la vida paralela que podríamos tener si las cosas nos fuesen bien? ¿los espíritus que habitan a nuestro alrededor y que no son visibles?

PETER: ¡hostias! Las 3 gafas serían geniales, podríamos inventarlas, nos haríamos ricos.

RAÚL: ¿tú crees?

PETER: ¿acaso no se hacen ricos con cosas más absurdas?

RAÚL: ¿cómo el qué? Y ¿cómo quién?

PETER: no lo sé, si lo supiese…

RAÚL: ¿sí?

PETER: si lo supiese…

RAÚL: ¿sí?

PETER: nada.


Silencio, la gente va y viene por la calle, es una tarde agradable.


RAÚL: esta tarde el mercurio ha alcanzado los 30 grados.

PETER: no está mal para ser 3 de octubre.

RAÚL: lo extraordinario sería que el 1 de enero alcanzásemos los 30 grados.

PETER: en la tele hablarían del “defecto” invernadero.

RAÚL: ¿ahora de qué hablan?

PETER: de la crisis.

RAÚL: ¿y tú crees que hablando de la crisis se va a salir de la crisis?

PETER: es que hay crisis y crisis…

RAÚL: claro, prefiero ser un rico en crisis que un pobre sin crisis.

PETER: yo prefiero ser simplemente rico.

RAÚL: ¿y la crisis?

PETER: no, gracias, te doy la mía. Te descuento 100 Euros de la cuenta de las cosas que jamás podrás pagar.

RAÚL: gracias, ¿podrías darme 1000 euros y apuntarlo a esa lista?

PETER: ¿te crees muy listo con esto de las listas?

RAÚL: no, a veces, incluso, me creo muy tonto.


Silencio.


PETER: ¿nos vamos?

RAÚL: bien.


No se mueven.


PETER: ¿a dónde?

RAÚL: no lo sé, no tengo dinero ni para gasolina. Así que podríamos ir andando hasta esa esquina.

PETER: ¿a esa?

RAÚL: ¿no te gusta? ¿qué tiene de malo?

PETER: que allí, de pie, se está peor, que aquí, sentados.

RAÚL: en eso te doy toda la razón.

PETER: gracias.

RAÚL: de nada.


Silencio.


PETER: ¿pedimos otra ronda?

RAÚL: vale.

PETER: ¿de lo mismo?

RAÚL: vale.

PETER: ¡camarera!


Se acerca una camarera.


PETER: ¿nos pone dos vasos de agua con un cubito de hielo?


La camarera los mira perpleja.


PETER: y apúntaselo a su cuenta (señala a Raúl) de las cosas que no valen dinero, por favor.


Fin.

YO SOY EL LOBO DE LOS CUENTOS DE HADAS

Aunque siga callado, estoy aquí. No me he ido a ninguna parte, siempre estoy aquí, soy el hombre invisible que palpita en mi corazón, cual lobo que en la cima de una montaña todo lo observa y se siente dueño del mundo, pero prefiere seguir viviendo en su montaña, cual ser solitario que ama la soledad.


Yo soy el lobo, y la montaña mi existencia.


¿Qué por qué he estado callado? Muy sencillo porque apenas tengo ganas o he tenido ganas de contar, o de seguir contando mi inactividad social, sentimental y emocional. Pero es que además he estado ocupado, con la bici, claro, reconstruyendo mi cuerpo. He aumentado el ritmo de entrenamiento, esta semana en 6 días he rodado 367,3 km, algo más de 60 por día. 60 km de montaña, casi 3 horas al día pedaleando, las mejores 3 horas del día.


La inactividad manual de escribir, noto como me hace forzar ciertas palabras y expresiones, debería ponerme a entrenar también esta faceta. Está muy bien, machacarme físicamente ¿pero y la mente? ¿qué hago con ella? A mí, siempre, escribir me la liberó. Era y es mi masturbación de todas las mañanas. Y ahora la tengo ligeramente en 2º plano, de fondo, como un decorado de una película de Woody Allen, donde se disfruta contemplando la “magia” de New York.


Y al abandonarla, voluntariamente, me noto más torpe, menos preciso, nada conciso, me refiero a mi mente y a mi capacidad de transcribir pensamientos en palabras.


Por otro lado, en 3 semanas he perdido algo más de 6 kilos, 2 por semana, y eso me hace sentir bien, aunque no es una media, la primera kilo y medio, la segunda ninguno, y la tercera sobre 5. Llego a casa me ducho, y me peso, y observo como la aguja de la báscula cada día avanza menos, y entonces sonrío, y me quedo sonriendo, y en ese estado tengo pocas o nulas ganas de ponerme a ejercitar los dedos tecleando y contando historias, o histerias, o historias que más tarde se convierten en histerias. Por cierto, ¿sabéis de donde viene la palabra histeria? De útero, del latín, y la inventaron los hombres para definir el estado de las mujeres, cuando estas pasaban ciertos días del mes un poco más desquiciadas…. Es decir, cuando les chorrea por allá abajo todo aquello. Así que las mujeres, feministas, claro, en los años 60, se inventaron otro término: testérico, y es lo mismo aplicado al varón, me encanta, un mundo lleno de testéricos e histéricas, jajjajajaja, juro que esto es verdad, sino, pon en google etimología de histérico y verás lo que parece.


Volviendo a la bici, y a los kilos perdidos. Desde su adquisición he perdido casi 17 kilos. La ropa me viene grande, los pantalones, las camisetas, los abrigos. Está bien, en mi época de dejadez física llegué a alcanzar los 105 kilos, era gordo, me sentía gordo, me sabía gordo, me veía y respiraba como un gordo, pero poco o nada hacía para remediarlo. Mucho alcohol, y mucha mala vida, durante mucho tiempo, y mucho apetito voraz. Ahora ya no bebo y mis drogas, son la bicicleta, una buena canción, un encuentro furtivo, un detalle errante, un minúsculo sucedáneo de momento nostálgico.


El miércoles, dentro de 2 días, hará 4 años que me casé, y estas semanas los recuerdos se han agolpado esperando en la sala de rehabilitación, pacientemente su turno para ser atendidos… y yo, su médico reconstructor no les he abierto la puerta, porque estaba fuera, en mi montaña contando “abuelitos”. Pero allá arriba, entre vientos, pinos, bosques, ardillas suicidas, asfalto nuevo, perros, sonidos, amaneceres imposibles, y sueños físicos que parecían reales, el pasado se excedió y derrumbó la puerta de la sala de rehabilitación, y me han obligado a escucharlos, una vez más, a sabiendas de que mi nulo interés en ellos.

Las estadísticas dicen que no soy el único hombre separado de la Tierra, pero a veces me siento el único. Los papeles del divorcio ya están sellados, y cualquier mañana llegará una citación del juzgado de paz, para ratificar el final de una historia de amor. No soy el único, me repito, pero a veces así me siento, una voz de mi interior responde.


Recuerdo el día de mi matrimonio, me casé convencido de que sería eterno, y que nuestro amor sería “leyenda”, o al menos en eso me entretenía pensando. Esa mañana despertó una terrible niebla, mi por entonces prometida, tenía que ir a mil sitios, a vestirse, a peinarse, a maquilarse, a lo que fuese… yo, no, simplemente tenía que ir al Mercadona, y comprar un bote de gomina, ir al hotel donde se hospedaba mi madre, vestirme e ir al ayuntamiento.


Me desperté temprano, claro, sobre las 7 o así, desayuné con calma, me duché con clama, me vestí de ropa normal, y salí a la calle, no se veía nada, la niebla del pasado 5 de octubre de 2007 se podía cortar con un cuchillo delgado y blando. Quizás fuera un presagio, o quizás fuera que la niebla se cuela con asiduidad por la cuenca del Guadalquivir y produce esos fenómenos en Sevilla. Cogí la moto, y me fui a Mercadona, estaba nervioso, había llegado el gran día, y yo tenía que decir “SÍ”. De salida del súper, me fui al hotel, llegué temprano, como siempre media hora antes de la hora concretada, mi madre se fue a la peluquería, y yo me quedé en su cuarto, me volví a duchar y me peiné, mi larga y rizada melena oscura, recogí mi pelo en una minúscula coleta de torero y embadurné mi cabeza con el pegajoso líquido.

Mientras me peinaba, me acordaba de mi hermano mayor, estaba en Valencia, no iba a poder asistir a la boda, y lloré, en soledad, y lloré un buen rato, por lo menos durante 10 minutos, los ojos se pusieron rojos, los párpados se hincharon, mi vida goteando por el sumidero de la decepción. Volví a ducharme, y volví a peinarme, la vida que a veces se repite, y me puse el traje, parecía un gángster de una película de Martin Scorsese. Me vi guapo, por primera vez en años.


De mi parte, asistieron 7 personas, 7 invitados, sólo7 pudieron asistir, y agradecí su presencia, infinitamente, sus palabras, su aliento, su estar.


Al entrar al ayuntamiento, y acceder al patio andaluz, donde iba a contraer matrimonio, la niebla se había disipado, y un inspirado sol nos regalaba su excelsa energía, las flores estaban resplandecientes y el dulce cantar de los gorriones acompañaban suavemente el momento. Mi padre ya estaba allí, y su mujer, y mi hermano pequeño y su violonchelo, y el fotógrafo, y mis suegros, y mis amigos, Pablo y Clara y algunos invitados más por parte de ella.


Pasaron los minutos, llegó todo el mundo, la función iba a empezar, mi hermano empezó a tocar su instrumento y ella hizo su aparición, estaba hermosa, radiante, con los ojos humedecidos por la emoción del momento, y me sentí el hombre más afortunado del planeta.


Ahora cuando cabalgo por mis montañas, en silencio, me pregunto, si todo aquello no fue un sueño, o una película de género “comedia romántica” donde el chico rebelde y trasgresor consigue enamorar a una dulce y hermosa doncella de un cuento de hadas.


Y el viernes a las 19:30 horas, el viento zumbaba en mis oídos, la vida seguía avanzando, y una ardilla, se cruzaba por el asfalto, yo bajando a más de 60 Km/h y la esquivé, o ella me esquivó, milagrosamente, casi me mato casi nos matamos, casi me salgo en una curva y vuelo con la bici sobre un precipicio de 100 metros de caída, pero con suerte, nos esquivamos mutuamente, y la existencia, mi existencia continuará, y mi mujer pasará a ser ex mujer y no mi viuda.

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