LA CAVERNA DE PLATÓN

Dos hablando sobre el fin de la vacaciones.

E: se acabaron las vacaciones forzadas…
F: vaya...
E: sí, mañana vuelta al redil.
F: ¿redil?
E: sí, a la caverna.
F: ¿de Platón?
E: ojalá mi caverna se pareciese lo más mínimo a la caverna de Platón.
F: ¿por qué?
E: desde esa caverna se veían sombras, sombras que podían ayudar a los que estaban dentro a imaginar cómo era el mundo de fuera…
F: no, no era ese porqué…
E: ah, no era ese… como estábamos hablando de…
F: no, ¡tú estabas hablando! yo te estaba escuchando.
E: eso no es cierto, me has contestado, era un diálogo donde uno habla y el otro responde.
F: bueno en un diálogo, en realidad para sea diálogo, los dos hablan, los dos proponen…
E: sí era un diálogo, yo he dicho, tú has contestado, yo he vuelto a decir, tú has vuelto a…
F: Desde que te conozco nunca me has dejado proponer un tema de diálogo.
E: ¿llevas a cuenta?
F: es fácil llevar la cuenta, tú todo yo nada.
E: eso no es verdad.
F: claro que lo es.
E: no lo es.
F: ¿no? ¿cuándo hemos hablado de algo de lo que yo quería hablar?
E: ¿qué cuándo qué?
F: sí, ¿cuándo?
E: ¿contando o sin contar que ahora estamos hablando de lo que tú quieres hablar, y no de mi vuelta a prisión de mañana?
F: ¡por Dios! Mañana no vas a prisión.
E: sí que voy a ingresar en prisión, me desnudarán, me inspeccionarán las cavidades corporales, y me meterán en una jaula. ¿Hay algo más triste que un pájaro en una jaula?
F: sí.
E: ¿qué?
F: dos pájaros.
 
Silencio.
 
E: hay algo que…
F: otra vez…
E: hay algo que no llego a entender…
F: si solo fuese un algo, mis oídos montarían una fiesta.
E: ¿por qué se dice lo más mínimo?
F: ¿qué?
E: debería decirse lo menos mínimo, y no lo más mínimo…
F: ¿de verdad quieres hablar de eso?
Silencio.
E: no quiero volver a Siberia.
F: ojalá te fueses de verdad a Siberia.
 
Silencio.
 
E: vale, asumo que es posible que sea yo quien empieza siempre el diálogo.
F:¿lo asumes?
E: lo asumo, pero es que tú…
F: felicidades, asumir ese pecado te acercará a la penitencia y después a la libertad.
E: pero es que tú, cuando hablamos…
F: será cuando tú hablas y yo escucho…
E: cuando dialogamos.
F: cuando monologueas…
E: ¿monologueas? ¿monologueo?
F: sí, monologueas.
E: dudo que esa verbo exista.
F: ¿tampoco entiendes que en el lenguaje coloquial se pueden verbalizar los sustantivos?
E: ¿lenguaje coloquial?
F: sí.
E: ¿tú y yo hablamos en lenguaje coloquial?
F: no, tú monologueas en lenguaje coloquial.
 
Silencio.
 
E: lo has vuelto a hacer.
F: ¿el qué?
E: siempre terminas los diálogos.
F: dudo que lo que hacemos se pueda llamar diálogo.
E: lo haces.
F: ¿llevas la cuenta de las veces que yo “concluyo” tus monólogos y no llevas la cuenta de las veces que los inicias?
E: es fácil, tú todas yo ninguno, y no son monólogos… ¡ahora mismo estábamos hablando! si alguien nos estuviese observando, vería que estamos hablando.
F: debe ser la primera vez que lo hacemos.
E: ¿y te gusta?
F: sí, lástima que mañana te vas a pudrir en la cárcel.
 
Silencio.
 
E: me gustan las vacaciones forzadas.
F: ¿te gustan?
E: sí.
F: aunque sean forzadas.
E: sí.
F: vale. Te dejo que acabes…
E: vale… eh… eh…
F: ¿qué?
E: no sé cómo terminar..
F: ¿quieres que termine yo?
E: ¿harías ese por mí?
F: claro, somos amigos.
E: gracias.
 
Silencio.
 
E: he dicho gracias.
F: lo he oído.
E: ¿y por qué no has dicho de nada?
F: te estaba dejando terminar.
E: ah…
F: eso, ah… feliz reingreso en prisión, mañana te llevaré un cuesco de pan con una lima dentro.
E: gracias…
 
Silencio.
 
E: otra vez… me he quedado esperando tu “de nada”… no me gusta decir gracias y que no me contesten de nada, da muy mala impresión, pareces un puto maleducado... ah.. me estabas dejando terminar… vale, no, no lo hagas, no me dejes terminar a mí, no me gusta terminar, no sé cómo terminar, no quiero terminar ni los diálogos, ni las vacaciones forzadas, ni que se termine... (E mira F, pasan 4 segundos) esposible que tengas razón... igual sí que monologueo…
 
F sonríe.
 
Fin.

Seguidores