Dust in the wind de mi corazón

Llevo días sin saber, llevo días en lo que todo me empieza a dar igual, días de vino y rosas, días de parpadeos y pensamientos, días, de rodar, de girar cual rolling stone, pero yo no soy una piedra, por primera vez en muchísimos años, yo, ya no me siento una piedra en la voz del gran jagger. No. Ni en su voz, ni en la voz de nadie, que quede bien clarito.


No sé que me pasa, no encuentro las palabras, y mira que busco, en los diccionarios, que siempre me han servido de muletas y apoyo, en los libros de mis grandes maestros, en los surcos de mis viejos vinilos, en la conciencia de mi conciencia… Llevo despierto desde el amanecer, desde mucho antes del amanecer, y ya es por la tarde, el sol se va, yo me quedo, viene la luna y la recibo con una sonrisa, me gusta sonreír a la luna, me gusta, sonreír en general, si todos pudiésemos sonreír de corazón… esto sería mejor.


Hedonista, tal vez, gilipollas, tal vez, enamorado, tal vez, aunque esto no es amor, es otra cosa, algo que no conocía, algo superior, pluscuamperfecto, idiotismo puro, sí, el corazón del revés y agitando palmas, taconeando sobre el tablao, cual gitana con su fandango y su bulería. El corazón no está enfermo, el mío, al contrario, está vivo y bombea y bombea, y yo me salgo de mi cuerpo y veo como bombea, como llena de vida cada minúscula parte y célula de mí.


Y tengo miedo, pero no como persona, tal vez como escritor, si es que lo soy, que lo dudo, en todo caso, a lo que aspiro, o aspiraba, porque ahora lo que aspiro es presente y quiero vivir para siempre en este presente, y eso que he tenido presentes largos, y profundos y arrebatadores, y lo que sea, pero este presente, es un presente distinto… y tengo miedo, ¿a qué? Siempre, al escribir, me refugié en el dolor, me sentí mejor lamentando y llamando a la puerta de la miseria, pero ahora ya no hay miseria, sólo sentimientos en estado puro y vivo…. ¿dejaré de escribir sin ese dolor que siempre me ha marcado? ¿dejaré de escribir? No, cambiaré el verso, y los verbos, los adverbios y los adjetivos, y llenaré cada poro de mi piel de sonrisas permanentes….


Sonrío, no puedo parar de sonreír. Antes en el coche, por la ciudad, iba sin música, en silencio, y me paré en un disco en rojo, y una moto con dos chavalitas se pararon junto a mi ventanilla, me miraron, yo las miré, y me dijeron: “te llevamos siguiendo desde hace 3 manzanas, porque nos ha extrañado tu sonrisa, ¿qué hace sonrías así?” el disco se puso en verde, y mi sonrisa se hizo más larga, más grande, más compacta, puse primera y aceleré, las chicas se perdieron en el abismo del tráfico y yo llegué a casa, me senté al sol de las 6 y cuarto de marzo, los perros revoloteaban a mi alrededor, y las abejas alrededor de las flores, y la tierra alrededor del sol, y la vida alrededor del universo. Y comprendí, lo vi claro:

Como un dust in the wind me siento, y no me importa, ni el éxito, ni la fama, ni el dinero, ni la falta de él, ni de trabajo, ni las enemistades, ni mi mala conciencia expulsada de mi cuerpo, ni mi nada. Sólo soy polvo, sólo somos polvo, por mucho que nos empeñemos en luchar contra eso, para perpetuar la especie, o un simple beso, o un simple sentimiento, aunque los sentimientos nunca son simples. Una partícula interestelar se ha metido en mi corazón y campa a sus anchas en él, y está bien, la conozco, a la partícula, es amiga mía, y la dejo, que disfrute, porque al disfrutar ella, me hace disfrutar a mí.


¡Hedonista! Grita la conciencia de la conciencia de mi infraconsciencia. Bueno, tal vez, ¿y qué? ¿hay algún problema en ello? ¿Te jode? Espero que no. He estado en la batalla con mi espada llena de sangre, y la cabeza de mi enemigo en mi mano, y mi armadura triturada, y mi heridas abiertas, y mi caballo muerto a mis pies por la punta de una lanza sobre la yugular de su hermoso cuello, y había muerte y destrucción, y hacía frío y oscuridad…. he vivido en la guerra…


Eso fue el pasado, y ahora, ya es presente, aquí, ahora, y no hay más Carpe diem, “muerde ese labio, encuentra esos ojos, piérdete por tu bosque, en la montaña de tus pechos, en los gestos de los quehaceres impropios de la ternura, muerde esa boca, y dime: ¿hay bocado más sabroso?” Dijo la serpiente a una tal eva.


El día se va, buen viaje, la noche se viene, cual carrusel, cual noria, cual brisa sobre tu pelo, cual sonrisa sobre tus-mis-nuestros labios y bocas.

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