EL HALCÓN MILENARIO


7 de la mañana, amanece, el día coloca su tapiz de edificios, casas, coches, ciudades, pueblos y personas sobre la vida,

la gente con cara de sueño, y el sueño con cara de gente… torpes, algunos, otros, despiertos, con los ojos abiertos, el café hirviendo en la sangre, parpadeos realizados a una velocidad supersónica… y el sol subiendo, recortando las sombras sobre el skyline de mi ciudad…

todos los días veo amanecer, me despierto antes, como el ayudante en prácticas no remuneradas del gran astro rey…y veo como él lo coloca, y lo observo desde lo alto de la azotea de un edificio en llamas, y el cielo que poco a poco se torna azul, y me mira y me guiña un ojo en forma de nube pequeña, de esas nubes de verano, cuando el calor aprieta, y miras el cielo, y solo ves azul, su azul inmenso, y de pronto, pasa tristemente una nubecita, pequeña, solitaria, abandonada en mitad del desierto, y te hace gracia, una nube inofensiva y desprovista de bajas pasiones… y presiones….

El día que empieza, los autobuses circulan, los niños cogidos de las manos de sus madres y de las madres de sus madres, el ruido, el rugido de la gran urbe que despierta, la vida que cobra vida…

Y yo, en esa azotea, en llamas, observando, mirando, disimuladamente, como quien no tiene interés, pero en el fondo sí que lo tiene… cual observador total, cual ojo de halcón…

Soy un halcón, mierda, toda la vida pensando que soy un lobo, y ahora resulta que soy un halcón… todas las personas nos identificamos claramente con el comportamiento de un animal en particular, todos…piénsalo para ti mismo, para ti misma: “¿con qué animal tengo similitudes? Con una gata? ¿con un perro? Con una serpiente?”….

Yo he conocido cientos de serpientes con piel humana, víboras diminutas con cabezas triangulares y veneno en cada una de sus palabras y acciones….

Aquí en la azotea, cual halcón milenario, mi vida  está a salvo, aunque la azotea esté llamas, cuando éstas me alcancen simplemente tengo que levantar el vuelo, y alejarme

Aunque cada día que amanece, simplemente me cuesta más alejarme… “¿qué me pasa doctor? ¿qué me pasa? Por qué no soy como los demás? hormiguitas que andan sobre el asfalto, por qué no puedo ser como ellos? ¿por qué me toca siempre volar? ¿qué pasaría si un día no me apeteciese volar? Doctor, ¿estás ahí?, Doctor?”…

Y el doctor, calla, no dice nada… 

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