Una del futuro, 7


Dos días antes de nuestra última comunicación vía skype, cada uno en su nave nodriza.

GIGI: según mis cálculos, dejaremos de poder hablar en menos de 48 horas.
PETER: he estado hablando con uno de los informáticos de nuestra nave, y me ha dicho que podría existir una forma de conseguir comunicarnos durante más tiempo.
GIGI: se equivoca.
PETER: ¿estás segura?
GIGI: sí, nunca me he equivocado en un cálculo.
PETER: lo sé.
GIGI: sé que lo sabes.
PETER: 48 horas.
GIGI: quizás 47.
PETER: ¿esto es el fin?
GIGI: puede.
PETER: nuestro fin.
GIGI: puede.
PETER: nunca me imaginé nuestro fin.
GIGI: todo acaba.
PETER: no, todo no.
GIGI: casi todo.

Silencio, cada uno frente a una pantalla de un ordenador.

GIGI: prométeme una cosa
PETER: ¿qué cosa?
GIGI: que buscarás a alguien en esa nave y le harás tan feliz como me lo has hecho a mí.
PETER: lo veo improbable.
GIGI: prométemelo.
PETER: te lo prometo.
GIGI: ahora prométemelo sin cruzar los dedos.
PETER: ¿cómo sabes qué…?
GIGI: te conozco.
PETER: no sé si voy a poder prometerte eso.
GIGI: lo harás, Peter, es el fin.
PETER: ¿y tú?
GIGI: ¿yo?
PETER: prométeme que encontrarás a alguien en esa nave
GIGI: te lo prometo.
PETER: para ti es fácil, eres guapa, y hermosa y dulce, y especial, seguro que te nombran miss nave nodriza este y todos los años venideros.
GIGI: ¿me tengo que reír?
PETER: no.

Silencio. Se miran.

GIGI: no sé si nos volveremos a ver nunca.
PETER: dime que sí, si me dices que sí, te esperaré.
GIGI: no me puedes esperar.
PETER: lo haré.
GIGI: sé que lo harías, pero no debes hacerlo.
PETER: ¿tú no me esperarías?
GIGI: claro.
PETER: entonces…
GIGI: entonces nada…
PETER: te esperaré de todas formas.
GIGI: no.

Silencio.

PETER: ¿qué duro?
GIGI: sí.

Silencio.

PETER: anoche soñé que todo era una sueño, que estábamos en casa, y me despertaba y estabas ahí dormida a mi lado, y yo me dedicaba a mirarte, a darte pequeños besos por tu piel, hasta que te despertaste y luego hicimos el amor. Cuando me desperté, quería cortarme las venas.
GIGI: por eso no me puedes esperar, ni yo a ti. Está en juego nuestra salud mental.
PETER: nunca tuve salud mental.
GIGI: lo sé.
PETER: y digo yo, ¿no podrías inventar una máquina del tiempo para volver a tras y detener la guerra?
GIGI: no.
PETER: pero has acabado con la muerte, viajar en el tiempo tiene que estar chupado para ti.
GIGI: no.

Estaba de broma, claro, ese era mi sentido del humor entonces, imaginar imposibles para gentes posibles. Ese era yo, 48 horas, contrarreloj contra el olvido. La espera que desespera, la desesperación que aniquila la posibilidad de cualquier esperanza. Los dos mirándonos en silencio, en la pantalla del skype. Pasó 2 minutos Gigi sonrió y dijo:

GIGI: encontraré un mundo, aunque me cueste mil años, encontraré un mundo.
PETER: gracias, es lo que necesitaba escuchar.

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