Si la has visto, házmelo saber

No hay trabajo en esta ciudad, en esta asquerosa ciudad. Mi destino camina por separado de mis deseos, mis sueños y mis ilusiones. ¿Pero qué clase de cosas son ésas?, o lo que es más importante ¿para qué las necesito?, y la pregunta más vital todavía: ¿hacia dónde va mi vida?


No lo sé, no sé nada, al igual que el viejo verde de Sócrates. Todos esos viejos griegos eran unos enfermos sexuales. El Banquete por ejemplo, es la recreación de una gran bacanal, y los momentos del medio son largas conversaciones profundas. Supongo que si yo anduviese todo el día follando, dando placer a mi cuerpo y mis instintos, también tendría tiempo para grandes diálogos filosóficos.


Pero no ando con mujeres, no ando con nada. Llevo dos semanas y un día encerrado en una clase de prisión diferente. A veces por la noche, tengo sueños bonitos, sueños húmedos con hermosas mujeres, sueños placenteros. Y cuando terminan, abro los ojos y observo mi soledad. Soy un hombre solitario, ¿por qué? ¿por qué no soy como los demás? Está claro, los demás con sus perezosas conversaciones me aburren, y yo ya tengo bastante aburrimiento en solitario como para querer algo más de aburrimiento compartido.


Hace un tibio sol, y el calor de julio me ha dado un respiro; eso está bien, ojala la vida también me diese un respiro, ya sea espiritual o completamente físico. Los griegos, esos viejos sabios eyaculadotes en los culos de sus discípulos decían: “cuerpo y mente son uno”, y qué razón tenían.


Pero yo no soy griego, ni viejo, ni sodomita, ¿qué soy? Sólo una voz atrapada en medio de un decibelio. O sea, nada. Ahora para todo cojo la bici, en dos días dos pinchazos, necesito comprar parches para los pinchazos, y una cámara nueva de repuesto, pero no tengo ni 5 en el bolsillo. Debería poner un anuncio en el periódico: “HOMBRE ADULTO BUSCA” y mi número de móvil al lado. Desde siempre tuve la extraña cualidad de atraer a perturbados que quieren ser amigos míos. El otro día por ejemplo, estaba en la parada de metro de mi pueblo, y se me acerca un gigante de 2 metros y 150 kilos de mierda embutida bajo su piel, sus ojos no expresaban nada, sólo el rubor de un silencio nauseabundo. Yo esperaba a un amigo, el primer amigo que viene a verme a mi pueblo en años, y la masa compacta de heces y aceite hirviendo en su mirada se me acerca.


_Oye boniato, dame un cigarro_ dijo.

_¿cómo? ¿boniato?¿me has llamado boniato? Estás loco, gordo seboso amanerado, yo soy la nada, soy una mierda gigante, no tan grande como tú, pero igualmente una mierda gigante… te has confundido de día, de hora, de semana, de mes, de milenio, y lo que es más importante, de persona. Vete de aquí si no quieres que te arranque el corazón y me lo coma antes de que mueras desangrado_ contesté yo.


El loco se fue, se alejó, me dejó en paz, durante 3 segundos, luego me miró, y se sentó a mi lado.


_Perdona tío, sé que no debo llamar a nadie boniato, lo sé_ dijo.

_Pues para saberlo, bien que me has llamado boniato_ contesté _aléjate, estoy loco, y te puedo arrancar tu asqueroso corazón antes de que cuentes dos_ insistí.


La mierda flotante apestaba, pero no se movía.


_Pareces un buen tío, lo siento, ¿quieres ser mi amigo?_ preguntó.

_No, no necesito a otro loco en mi vida_ contesté.


Se fue y yo me quedé esperando a mi amigo, llegó el metro, llegó él, y nos fuimos a un bar, nos bebimos un par de cervezas, pedimos la de más alta gradación, hablamos de lo mundano y de lo divino, de lo absurdo y lo profundo, fue maravilloso, tener un amigo con el que poder hablar de estas cosas es fundamental en la vida. Y después cogió el metro y se alejó en un vagón vacío. Yo cogí la bici, y me fui pedaleando entre naranjos a mi casa, el camino estaba oscuro como la boca de un lobo enfermo y solitario.


¿Y ahora? Ahora es lunes, por la tarde, he cogido la bici, para respirar, he ido al taller, me dijeron que el coche estaría arreglado el viernes, así que me acerqué al taller. Al entrar lo vi subido a lo alto de un potro, parecía indefenso, como un paciente en un quirófano en mitad de una operación a pecho descubierto y abierto. Hablé con el dueño.


_Estará mañana o pasado, seguro, pasado seguro_ dijo.


Y me vine a un bar, a una terraza, me senté en una silla, abrí un libro, leí durante 32 minutos y 15 segundos, cerré el libro y escribí todo esto.


“HOMBRE ADULTO BUSCA”, eso lo sé, ¿pero qué busca? ¿mi vida? Si la has visto, házmelo saber.

Seguidores