¿QUIÉN DIJO QUE LA FILOSOFÍA DEBÍA SER ABURRIDA?

¿Para que necesito todo eso que me rodea si no soy yo? Siempre hablo de la importancia de ser yo, o en todo caso, la importancia de ser uno mismo. El primero en hacerme caer en algo tan importante fue S. Beckett, hasta que no lo leí en uno de sus relatos, no caí en la cuenta de cuan importante es poder ser.


¿Ser uno mismo, es lo mismo que ser egoísta? no, en mi caso no, en mi caso es una lucha por intentar ser uno mismo, mucho más allá de conseguirlo o de fracasar en dicho intento. Para mí, ser uno mismo es ser algo definido y en constante revisión, es la supremacía del ego personal. Soy yo, y no soy un número, soy yo, porque puedo pensar, porque me puedo comunicar, y lo más grandioso, es que tanto el pensamiento como la comunicación del mismo, son propias y nacen en todo caso del estudio del entorno, de la historia, de la experiencia, en resumidas cuentas, de la observación.


Por eso escribo, porque observo, evidentemente no escribo sobre todo lo que observo, pero sí, sin lugar a dudas, observo todo sobre lo que escribo, la observación es un acto mayor, supremo, donde yo me coloco en lo alto de una colina, esto ya lo he hecho, y miro el mundo, como gira, nace el día, avanza el sol, y llega la noche, para finalmente repetir el proceso…


Lo curioso es que el proceso al que se le llama día, yo le llamo vida, es susceptible de ser diferente, parece diferente, el tiempo, el sol, la lluvia, la erosión, las poluciones nocturnas, el eco de un grito apagado, inciden de forma precisa sobre la sombra y el fondo de un concepto supremo, la contaminación mundial del individuo castrado por un sistema obligado a comerse a sí mismo.


Como ejemplo, valga una fábula experimental que leí, una serpiente la protagonista, el fin del mundo como marco institucional, en el que actúa la serpiente. Las circunstancias, la ausencia de comida, la serpiente casi muerta de hambre, decide comerse así misma, ¿por qué se come así misma, si ese acto la condenará a la penuria de la desaparición y la abolición completa de la naturaleza? Primero porque tiene un hambre atroz, y uno cuando tiene un hambre atroz, se come hasta sus propios codos, y segundo, porque en esas circunstancias, en el fin del mundo, está sola, se sabe y conoce sola, y lo que es más importante, odia estar sola, porque en el fondo añora la compañía.


Supongo que esta fábula, la conocéis, con otras palabras, por supuesto, pero seguro que la conocéis.

En esta fábula yo me identifico con la serpiente, y todos conocéis de mi enorme fobia a estos reptiles, y el fin del mundo equivale a la soledad en la que vivimos, en mi caso subjetivo, y en el caso objetivo, a la crisis que padece el planeta, o en todo caso, a la crisis que padece el capital. Al mismo tiempo y de modo objetivo, la serpiente también representa al propio capital, que una vez ha agotado todos sus recursos, empieza a devorarse así mismo. Hobbes, ya nos habló de ello, “el hombre es un lobo para el hombre”, aunque Hobbes no hablaba del lobo como el animal feroz y poco escrupuloso, no, hablaba del lobo, como el animal solitario que odia la compañía.


Ahora bien, si el lobo odia la compañía, (sustituye lobo por hombre), o no la odia, eso cabe dentro de la subjetividad de cada ser, y sobre todo, de cada forma de ser.


Lo importante es que todos formamos un mundo, pero dentro de ese mundo todos debemos ser uno mismo, la suma de todos los unos, nos dará una cifra o un concepto de sociedad. ¿No es tan difícil, no? O a lo mejor sí. Hay que ver con que cosas sueña uno, en este caso, yo, y qué necesidad mía, de contaros algo, que quizás no tenga importancia, pero al mismo tiempo tiene, esto puede ser que carezca de emoción para retener vuestra atención, y a lo mejor, del mismo modo, para mí merece toda “mi atención”. De eso se trata ¿no?, de ser subjetivos, y de aportar ese granito de subjetividad a un mundo global.


Por ejemplo un niño de Somalia, ¿qué pensamiento crítico puede aportar? A lo mejor para él, eso de pensamiento crítico le viene grande, porque su prioridad es otra, como comer, pero el niño de Somalia, lejos de parecerse a la serpiente de la fábula, morirá de hambre, sin comerse sus codos, porque ni siquiera le dejarán pensar con libertad y subjetividad, que digo yo, vienen a ser cosas primas hermanas, porque su cupo de necesidades primarias, ni siquiera puede ser satisfecha.


Asco de mundo, soluciones varias, filosofías infinitas, momentos álgidos de pensamientos matutinos. Abajo el amor, arriba el folleteo, abajo la vida, arriba los lobos. No me hagáis caso, hoy me levanté con los ojos torcidos y un inmenso dolor en la entre pierna, pero no penséis mal, mi vida sigue siendo monacal, porque yo quiero claro, ¿qué otra cosa iba a decir? ¿Por qué el mundo no quiere nada más de mí? Si hombre!!!! O mujer!!!!! O transexual!!!!!


Me duele la entrepierna porque en los últimos 9 días he recorrido más de 500 km en bici, y el sudor me ha provocado unas rozaduras insoportables en la zona noble de un individuo. En este caso, el individuo es un servidor. Ahora huelo a bebé, no porque me haya comido uno, ni porque me haya convertido en uno, sino, porque el tónico aroma de los polvos del talco, alivian el escozor. Y para mí, curiosa la memoria olfativa, el olor de los polvos de talco, me recuerdan a mi propia inmadurez personal, es decir, a mí mismo, cuando tenía entre 0 y 3 años. ¡¡¡Qué grande es la memoria y grande puede llegar a ser el olvido!!! Espero no olvidar mi capacidad de olvidar, y espero recordar mi capacidad de no recordar. Como ya dije arriba el folleteo, abajo el amor, o al revés, qué más da, el orden de ciertos factores, si altera mis resultados. Por ejemplo, si ahora viniese una exuberante mujer llamando a mi puerta reclamando algo suyo, para sí misma, yo me vería en la tesitura de tener que renunciar, ella, pensaría, éste hombre es homosexual, y estaría equivocada, ¿pero como explicar un dolor subjetivo, sin dar pena? Está claro, recurriendo a la filosofía... ¿y cuál es la mía? Bufff… ¿otra vez lo tengo que explicar? Arriba los lobos, abajo la sirenas… de policías, claro. Porque las sirenas de mar, si existen, que existan, que a mí no me han hecho nada malo, en todo caso alimentar mi imaginación “uno, dos tres, splash, splash, splash, splash…” sobran splash, lo sé ¿y qué? Nada, lo decía por si no te habías dado cuenta. Me di, me di… cuenta y corto.

Seguidores