TSUNAMI

Ayer pude morir, ayer sobre el medio día me vi envuelto en una historia, que pudo tener un resultado nefasto para mis aspiraciones de seguir vivito y coleando. Ayer fue un gran día, de los mejores que yo recuerde en la última década, en mi última década, quiero decir. Porque en el resto de décadas personales no puedo opinar, básicamente porque yo sólo puedo percibir mis sensaciones y emociones, ¡¡¡estaría bonito poder percibir la extrañas sensaciones y emociones de los demás!!!


Pero, antes de sacar conclusiones, vayamos a los hechos, porque me he fijado, que estos, son mucho más sabios que la reflexiones posteriores o no, no lo sé. Los hechos como hechos, deben ser relatados como tales.


¿Son las 6? ¿las 4? ¿las 5?, ¿qué hora será? Siempre podría alargar el brazo y mirar el reloj, pero no quiero moverme, si me muevo, el poco hilo de sueño que me queda me hará desesperarme de mi falsa ilusión de seguir dormido. Silencio, respiración, profundidad, relajación, el peso del cuerpo cae pesadamente sobre el colchón, mi peso del cuerpo se hunde en lo más profundo del cansancio humano, mis músculos se van relajando con cada nueva respiración, inspiración, expiración… espera, ¿expiración? Eso significa muerte, fallecimiento, expiración es muerte… ¿y como se llama cuando expulsamos el aire de nuestro pulmones?... ahora mismo no lo recuerdo, y debería recordarlo… eh… hum… ah… no, no, no… ¡¡¡MIERDA!!! Me estoy meando, me voy a tener que levantar, e ir al baño, joder, odio levantarme en mitad de la noche e ir al baño.


A la vuelta del baño he mirado el reloj: las 5 y 59 horas, osease las 6 de la mañana. Es domingo 31 de julio de 2011. Hoy me he puesto el despertador a las 6 y 45, he quedado a las 7 y 45 con un amigo, nos vamos a... vamos a una playa, un amigo suyo tiene una empresa de deportes de aventuras y bueno, me han invitado a pasar el día, en teoría vamos a subir en kayak y a dar un paseo por la costa, supongo que durará un par de horas y luego comeremos por allí, y pasaremos el día tranquilo… es curioso en el móvil tengo predeterminadas una montón de alarmas despertador y nunca suenan, siempre me levanto antes, como hoy, 46 minutos de antelación, todo un récord…


Salto en el tiempo.


Las 10 de la mañana, me subo en el kayak, estoy encima de un pastizal de algas que descansan dormidas y muertas en un trozo de pseudo cala, o pseudo playa, el agua se ve limpia, transparente, azul, no hay arena, mejor, odio la arena de la playa y la sal del agua, pero por lo menos hoy no hay arena, esa que se te cuela por todas partes y te revuelve las entrañas. Si al mar le quitásemos la sal y la arena me encantaría. Sería su mayor fan. ¿qué queréis? soy un lobo estepario, un animal de tierras gélidas y perdidas allá por el norte de continente asiático, pero aquí estoy encima del kayak, dispuesto a pasar un gran día… mi amigo es un delfín, a él le encanta el mar, claro, es un delfín, no te jode, ¿qué le va a gustar? ¿El desierto?... también nos acompaña una niña tortuga. Vamos muy equipados, casco, chaleco salvavidas, escarpines… por cierto, mis escarpines me vienen grandes por lo menos 2 ó 3 números grandes, pero no creo que haya problema, voy a remar, no a andar….espero que mi pie aguante, tengo talón abierto de tanta bici y tanto sobre esfuerzo, el mar está tranquilo y Frodo se ha quedado en el almacén del amigo del niño Delfín.


Ahora estoy remando, está guay, hace sol, calor, es el último día de julio. Ya veo los titulares: “el niño lobo estepario bate su propio récord de aventuras, y termina remando en un kayak, ¿quién te lo iba a decir Peter?” je, je, je… lo bueno que el agua esté tan limpia, es que se ve todo, por ejemplo, si viniese un tiburón, lo vería, una barracuda, la vería, si viniese una morena también… ahhhh, ojala hubiesen más morenas en mi vida, pero ojo, me refiero a morenas mujeres, no a morenas del mar… me están dejando atrás. Voy con un grupo de 8 personas, dos parejas en un kayak doble, el amigo de Delfín, la niña tortuga, Delfín y yo. Yo voy el último… me pregunto en que estarán pensado el resto de mis compañeros de kayak… venga a remar, a remar, nos alejamos un poco de la costa, unos dos cientos metros y navegamos en paralelo, tenemos que ir a aquella punta, es un cabo precioso… ¡¡¡Mira una medusa!!! ¡¡¡qué pequeñita!!! Es morada, ¡¡¡qué bonita!!!


Mi amigo Delfín, deja de remar, se tumba encima del kayak, ¡qué relajado está!, como lo disfruta, supongo que es lo normal, le encanta el mar… llego a su altura. Tenemos la olas en contra, son minúsculas, de medio metro como mucho, pero las tenemos en contra.


DELFÍN: ¿cómo lo llevas Lobo?

LOBO: guay. No es como pasear por mis estepas siberianas, pero guay…

DELFÍN: ya te dije que te iba a gustar.


En ese momento agita su remo y me tira agua por encima, jugamos, es divertido, después de 10 minutos viendo agua por todos los lados, uno tiene ganas de tocarla, y que las suaves caricias de H2O refresquen hasta tu mente.


DELFÍN: el barco, el ferry que viene de Ibiza provoca unas olas increíbles, cuando hacemos surf, flipamos, nos da tiempo a coger un par de olas, y son enormes.

LOBO: ¿el ferry?

DELFÍN: viene a tanta velocidad que provoca unas olas de campeonato. Ahora le han prohibido ir tan rápido, porque muchos niños terminaban estampados contra las rocas…

LOBO: Curioso. ¡Y qué hijos de puta! los del ferry, me refiero.


Seguimos remando. Salto de tiempo.


Hemos atracado en una cueva, hemos dejado los kayaks contra el fondo de la cueva, y hemos bajado sus 8 ocupantes, el amigo de Delfín, dice que hay que subir a un peñasco y saltar de él, son 3 ó 4 metros. Yo tengo miedo, no quiero subir, y luego saltar.


LOBO: Peter Lubosky.

DELFÍN: ¿sí?

LOBO: ¿sabes de dónde viene ese nombre?

DELFÍN: de lobo.

LOBO: sí, pero también de otra cosa.

DELFÍN: ¿qué cosa?

LOBO: hubo un futbolista, regular, del montón, que falleció exactamente haciendo esto, se subió a un peñasco y salto al vacío contra el mar. Se abrió la cabeza y se murió.

DELFÍN: ¿quién era?

LOBO: era jugador del Oviedo, Petr Dubosky.

DELFÍN: me acuerdo de él.

LOBO: era una verano, estaba veraneando y decidió saltar, ese año no se incorporó a la pretemporada de su equipo. Se ve que calculó mal la profundidad.

DELFÍN: ya, pero eso no te va a pasar a ti, hermano Lobo.

LOBO: claro que no, no pienso saltar.


Digo esto, lo pienso, veo como escalan el resto de integrantes, saltan, no les pasa nada. Y me digo “esto lo puedes hacer, no te vas a matar”. Intento escalar, me doy cuenta de la inutilidad de mis escarpines, me vienen enormes, me resbalo de la roca y caigo al agua. El amigo de Delfín me anima a subir, me ayuda, y casi me acuna, menos mal que está él, es un experto, y tiene dedicación y palabras amables para un tipo tan torpe como yo... Estoy arriba, voy a saltar, sólo son 3 ó 4 metros, salto, durante mi vuelo, el tiempo se congela, y me acuerdo de Frodo, hace una hora que está solo en la casa almacén del amigo de Delfín, el tiempo parece congelarse en medio del salto… vuelvo al kayak y seguimos de excursión náutica.


Elipsis.


Dejamos los kayaks en otra cueva, mucho más grande, “es hermosa” pienso, mientras me coloco las gafas, las aletas, el tubo para bucear… me viene todo grande menos las gafas, debe ser que mi cabeza es gigantesca comparada con el resto de mi cuerpo, y que no guardo una simetría ni una proporción griega de la belleza, empiezo a nadar y a bucear, veo peces, de miles de formas, tamaños y colores, es guay, nos hacemos fotos, paso del tubo, me molesta, me da ansiedad, y nado mejor sin él. Pasa el rato, por lo menos media hora, es muy divertido, no encuentro una mejor forma de pasar el último día de julio, ya veo los titulares:


“un lobo disfruta en el mar” debería escribir un libro que se llamase "el lobo y el mar", en homenaje al gran Ernest Hemingway, pero no lo haré, de momento a disfrutar, todos disfrutan, el amigo de Delfín, Delfín, la niña Tortuga, que es la prima putativa de Delfín, y la dos parejas, buceamos, es guay, somos guay, aventuras, aventuras auténticas ni soñadas por el más antiguo soñador. Volvemos a por los kayaks, en ese momento la niña tortuga advierte, una medusa, le ha picado. Yo con mi desgracia habitual le digo, “hay un capítulo de “Friends” donde le pica una medusa a Mónica y para aliviarle el dolor le mean encima, el amoniaco de la orina es ideal para las picaduras de medusa”, todos me miran, nadie se ríe, señalamos donde está la medusa, senos va el tiempo nos despitamos, o mejor dicho nos concentramos en curar a la niña tortuga, de su picadura. Entramos al fondo de la cueva, las chicas de las dos parejas se han quedado fuera, en el acantilado, esperan a que sus chicos les saquen los kayaks, yo me pongo el casco. Los demás se quitan las aletas, las gafas, los enseres y utensilios propios de un día de buceo.


¿Conoces esa sensación como cuando alguien te gasta una broma pesada? Por ejemplo como cuando te tiran un cubo de agua por encima, pues eso es lo que nos pasa, un ola enorme nos envuelve, llena la cueva, es un susto, no sabemos de dónde ha salido ni con que intención ha venido a visitarnos. En ese momento miramos hacia el principio de la cueva, viene una segunda ola gigante, casi cubre la entrada de la cueva, por lo menos de 3 metros de altura, y yo recuerdo “el ferry, me lo dijo Delfín, pensaba que exageraba, pero no, no mentía, al contrario, lo minimizaba”, esta segunda ola nos vuelve del revés, los kayaks son torpedos que se dirigen contra nuestros cuerpos, parecemos canicas en mitad de un pin ball, rebotamos contra las paredes, contra nosotros, contra la muerte, es una trampa,“guionista muere arrollado por un tsumani provocado por un ferry” una muerte ridícula, como toda mi existencia.


En ese momento viene una tercera ola, cubre por completo toda la cueva, deja unos 20 centímetros sin ocuparla, uno de los chicos de las parejitas sale disparado, contra el fondo de la cueva, y ahí aparezco yo, cual súper héroe, lo cojo al vuelo, y hago la palomita de mi vida, evito que se mate… los demás no se que hacen, todo lo envuelve las burbujas, el agua, la sal, el miedo, las rocas, la muerte que golpea nuestras puertas de forma rotunda y concisa, si viene una ola igual, nos mata, por suerte las siguientes olas son más suaves, hasta que disminuyen de tamaño y desaparecen.


He sobrevivido, hemos sobrevivido. Parece que haya pasado 10 minutos, sin embargo, sólo han sido 10 segundos de olas gigantes. Me acuerdo de Japón, me acuerdo de su tsunami, de marzo, y pienso en sus muertos, ¡¡¡Dios!!! Debió ser horrible, no tuvieron oportunidad, ni esperanza, ni nada, la muerte en todo su esplendor. La Tierra se llama Tierra porque algún gilipollas le puso ese nombre, debería llamarse Agua, o el Poder del agua. Ese que es capaz de matar, de asesinar en pocos segundos a una civilización. Por suerte a nosotros no nos ha pasado eso, bueno, por suerte y porque quizás la olas no eran tan grandes, y porque Delfín y su amigo se pusieron delante de todos nostros y sujetando los kayaks, y todo se quedó en un susto. héroes, eso es lo que son.


Dejo de pensar en cosas profundas, observo a mis compañeros de tsunami, estamos bien, leves heridas invisibles, nada serio, yo pensé mientras rugía la marabunta, en ponerme a bucear para salir de allí, pero el miedo me atenazó a la vida, también pensé en Frodo, que se iba a quedar huérfano, también pensé en mis sobrinos, también pensé en las estrellas y en las constelaciones, también pensé en la chica gato, que hace tiempo que no la veo, y en que me gustaría verla, y decirle que la amo. También pensé que si moría nadie me echaría de menos, también pensé en dejar de pensar, en actuar, y lo hice, salve el pescuezo de un desconocido, actué, mi mejor interpretación de súper héroe... por otro lado, no vi nunca luz blanca, ni ningún pasillo oscuro, eso dentro del miedo que pasé me tranquilizó...


Elipsis.


Vamos de vuelta en el coche, el niño Delfín, la chica Tortuga y yo, el Lobo Estepario, comentamos una y otra vez, la aventura: “desde luego tu amigo cumple lo que promete: “Aventuras Eternas” así se llama su empresa”. Me ha gustado, me ha encantado, se lo recomiendo a cualquiera, a cualquiera que quiera sentirse vivo, acualquiera que pueda respirar, a cualquiera que quiera ser feliz y protagnista de una aventura eterna. Yo, por ejemplo, siempre recordaré el 31 de julio de 2011, porque ese día fui más feliz que en toda una década. Han sido casi 6 horas de auténticas y verdaderas aventuras, ríete del Dragón Kahn, ríete de cualquier montaña rusa, de cualquier parque de atracciones, de cualquier noria, ríete de la vida, hemos vencido a un pseduo tsunami, lo hemos conseguido, lo hemos hecho, y estamos vivos para contarlo…”


Estos fueron los hechos… y ahora las reflexiones, ¿qué pasó con Japón? ¿con sus centrales nucleares, con su tsunami? Simplemente dejaron de ser noticia, dejaron de ser hecho noticiable, dejaron de aparecer, en prensa, me he metido en Internet y nada, poca cosa, pocas noticia. ¿Qué fue de los héroes de Fukushima, de esos técnicos que arrojaron su vidas a la miseria para evitar una catástrofe mayor? Quizás, y digo quizás, nos empeñamos tanto en vivir un presente, que olvidamos lo que sucedió ayer, porque ya no es importante. Y así la historia se vuelve a repetir. Un mundo sin memoria es lo mismo que un mundo sin futuro, sólo el hombre es el animal que tropieza dos veces con la misma piedra, o en este caso, con el mismo tsunami.

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